domingo, 7 de junio de 2015

Francisco busca curar las heridas del pasado y mirar con esperanza el futuro en Sarajevo


internacional

El Papa Francisco ha llegado poco después de las 9.00 a Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina y meta de su octavo viaje apostólico. El tema central de la solicitud de la Santa Sede por Bosnia-Herzegovina -que visitó en dos ocasiones san Juan Pablo II- es la paz y el viaje de Papa Francisco se enmarca también en esta perspectiva ya que su lema es ''La paz sea con vosotros''

El Pontífice fue recibido en el aeropuerto internacional de Sarajevo por el Presidente Dragan Crovic, miembro croata de la Presidencia tripartita (serbia, croata y bosnia) de Bosnia-Herzegovina, por el presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal arzobispo de Sarajevo Vinko Puljic y por el nuncio apostólico en ese país, el arzobispo Luigi Pezzuto. Desde allí se trasladó en automóvil al Palacio Presidencial donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida y el encuentro de cortesía con los miembros de la Presidencia: el presidente de turno Mladen Ivanic, el miembro croata Dragan Covic y el miembro bosnio Bakir Izetbegovic. Terminada la visita de cortesía, Francisco entró en el salón presidencial donde pronunció su primer discurso en Sarajevo ante las autoridades civiles, el cuerpo diplomático, los obispos y algunos líderes religiosos del país.

''Es para mí un motivo de alegría encontrarme en esta ciudad, que ha sufrido tanto a causa de los sangrientos conflictos del siglo pasado, y vuelve a ser un lugar de diálogo y de convivencia pacífica .Ha pasado de una cultura de la confrontación, de la guerra, a una cultura del encuentro. -dijo el Papa- Sarajevo, así como Bosnia y Herzegovina, tienen un significado especial para Europa y el mundo entero'' y añadió que en ese lugar se había pasado de una cultura del enfrentamiento y de la guerra a construir una cultura del encuentro. 

''En estos territorios -prosiguió- hay comunidades que, desde hace siglos, profesan religiones diferentes y pertenecen a etnias y culturas distintas, cada una con sus características peculiares y orgullosa de sus tradiciones específicas, lo que no ha sido obstáculo para que durante mucho tiempo hayan tenido relaciones de mutua amistad y cordialidad. Incluso en la misma estructura arquitectónica de Sarajevo se encuentran huellas visibles y permanentes de esas relaciones, ya que en su tejido urbano, a poca distancia unas de otras, surgen sinagogas, iglesias y mezquitas, de tal modo que la ciudad recibió el nombre de la "Jerusalén de Europa". Representa en efecto una encrucijada de culturas, naciones y religiones; y ese papel requiere que se construyan siempre nuevos puentes, que se sane y restaure los ya existentes, de modo que se asegure una comunicación fluida, segura y civil. 

''Tenemos necesidad de comunicarnos, de descubrir las riquezas de cada uno, de valorar lo que nos une y ver las diferencias como oportunidades de crecimiento en el respeto de todos -señaló el Pontífice- Se necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno en la experiencia de los demás .Así, es posible también curar las graves heridas del pasado reciente, y mirar hacia el futuro con esperanza, enfrentándose con el corazón libre de temores y rencores a los problemas cotidianos que toda comunidad civilizada ha de afrontar''.