opinión
El ahorro o la inversión, aunque parecen similares, su principal diferencia es el destino del capital y, el punto común entre ambos, es que no podemos disponer de éste por un lapso determinado de tiempo. La clave es aprender a diferenciarlos para sacar el mayor provecho, y saber en qué momento elegir o priorizar alguno de estos dos conceptos.
Parecen lo mismo pero no lo son. Ahorrar refiere a reservar dinero para poder disponer de él en el futuro, con un objetivo específico (un viaje, una compra, un fondo para imprevistos, etc.). Renunciamos a gastarlo en el presente, buscando que no pierda valor al colocarlo en alguna propuesta alternativa de resguardo, por lo general conservadora, como un plazo fijo o bien la compra de dólares.
Por su parte, invertir implica también atesorar dinero pero, a diferencia del ahorro tradicional, aquí la apuesta para obtener una mayor o menor rentabilidad dependerá del riesgo que estemos dispuestos a tomar.
“Ahorrar implica a veces perder dinero”. Muchas personas piensan que por el solo hecho de ahorrar, están invirtiendo. El dinero “quieto” corre el riesgo de desvalorizarse a lo largo del tiempo, debido a la inflación, incluso cuando la opción es la compra de dólares. En contraposición, una alternativa que se impone a la incertidumbre de hacer rendir los ahorros y cubrirse de la devaluación es la “inversión en ladrillos”.
Muy extendida entre los argentinos esta modalidad que apunta a mantener “vivo” el valor del patrimonio, puede resultar una trampa si se cae en la compra de bienes inmuebles caros o de fácil desvalorización ya sea por características edilicias o bien por la zona donde se ubican, entre otras.
Según datos del ISAC (Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción - Indec), el sector creció en enero ´23 un 4,3%. En un mercado en plena reactivación, es necesario dar con aquellas propuestas que resulten atractivas dada la rentabilidad a partir de la inversión. Pero, sobre todo, que tengan en cuenta los gustos y necesidades del nuevo comprador: diseño innovador con una concepción sustentable, bajas expensas y gasto de mantenimiento y un esquema de financiamiento flexible que asegure al inversionista, una valorización significativa, no menor al 25% en dólares.
Esto, además, se conjuga con otro mercado en plena expansión, dado el potencial de valorización de los activos, los alquileres temporarios. De acuerdo al Monitor Inmobiliario de CABA, en 2022 hubo cerca de 14 mil departamentos en alquiler bajo esta modalidad, cifra que promete crecer en 2023. Dado el flujo de turistas, estudiantes, nómades digitales y profesionales el formato asegura una renta estable y segura que promete generar una rentabilidad neta promedio de entre el 7% y 9% anual (en dólares) y se ubican cada vez más en la mira del ojo del comprador argentino como una alternativa de inversión, que triplica la renta del alquiler residencial tradicional con menos riesgos y plazos de exposición.
Alternativas como la descripta no solo aseguran una inversión rentable del capital sino que además, permiten acceder a una rentabilidad en dólares para hacer frente a la inflación.
Por Ariel Venneri, socio fundador MAHE Desarrollos Inmobiliarios