sociedad
El Dr. Srabstein define al acoso o bullying como una forma multifacética de maltrato
que afecta a todas las edades y en todos los entornos sociales y que combina
intencionalidad, repetición y asimetría de poder. Se estima que a nivel mundial el 30%
de los jóvenes sufren de acoso escolar y un 24% a nivel local. Quienes padecen este
tipo de situaciones son 8 veces más propensos a hacerse daño a propósito.
La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo,
junto con la Iniciativa de Salud Mundial para la Prevención de la Intimidación (GHIPB) y el equipo
Bullying Cero, realizó la charla “Prevención y detección de la morbilidad asociada con el acoso
escolar. Estrategias clínicas y sanitarias”. El encuentro contó con la participación especial del Dr.
Jorge C. Srabstein, Director Médico del área de Problemas de Salud Asociados con el Bullying del
Children’s National Health System de Estados Unidos y profesor adjunto de Psiquiatría en la
Facultad de Medicina de la Universidad de George Washington.
El Dr. Srabstein definió al acoso o bullying como “una forma multifacética de maltrato que afecta a
todas las edades y en todos los entornos sociales. Se dan tres factores claves: intencionalidad,
repetición y asimetría de poder. Combina agresión física, verbal e indirecta. Esta última consiste en
excluir, rechazar, ignorar, difundir rumores e inducir a hacer algo peligroso a cambio de un favor o
de aceptación.”
Según los resultados de distintas investigaciones de las que participó, estima que a nivel mundial el
30% de los jóvenes sufren de acoso escolar, cifra que desciende a 24% en nuestro país. Quienes
padecen este tipo de situaciones son 8 veces más propensos a hacerse daño a propósito.
El especialista nota que en los últimos años el foco se ha puesto en los niños y la esperanza se da
depositado sobre los educadores. Sin embargo, el abuso se da también en el ámbito familiar,
laboral, universitario, carcelario y hospitalario, entre otros. Por ello, hay que reconocer y fomentar
el rol de los profesionales de salud, promoviendo su formación y entrenamiento sobre estas
temáticas.
El doctor Miguel García Coto, médico psiquiatra infantil, magister en Psicología Cognitiva y profesor
de Psicopatología Infantil de la UP, fue uno de los primeros en utilizar el término bullying en
nuestro país en el año 99. Por ese entonces, se lo consideraba como parte del juego. “Podemos no
patologizarlo, pero debemos problematizarlo porque implica el sufrimiento de alguien. El bullyiador
se quiere afirmar en la vida hostigando a otro ante un público que lo avale. Por ello, resulta
perjudicial para ambas partes”.
Al respecto, Jorge Srabstein, afirmó que tanto las víctimas como los acosadores sufren de diversas
manifestaciones de morbilidad asociadas. Entre las más habituales se encuentran la cefalea, dolor
abdominal, mareo, dolor de espalda, depresión, irritabilidad, ansiedad e insomnio. Entre los riesgos
psicosociales están el intento de suicidio, lesiones, ausencia en el hogar o la escuela, abuso de
alcohol o drogas, notas bajas, daño a terceros y el uso de armas.
Finalmente, el especialista recomendó tres tipos de acciones para combatir el bullying. La
prevención primaria consiste en evitar que el acoso comience. La secundaria, radica en frenar los
abusos en caso de que estos ya hubieran comenzado y así evitar que padezca las enfermedades
vinculadas. La terciaria implica intervenir para frenar el desarrollo de la morbilidad.
Desde un enfoque comunitario, sugirió aplicar una política de prevención sanitaria que apunte a
generar conciencia y promover ambientes sociales sanos y seguros. Se deben detectar y reportar
los incidentes para intervenir tanto en el ámbito organizacional como en el clínico.