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A pesar de ser una enfermedad muy conocida y frecuente, existen gran cantidad de mitos instalados en la sociedad que impactan negativamente sobre el diagnóstico y tratamiento, poniendo en riesgo a quienes la padecen.
El Asma afecta a casi 340 millones de personas en todo el mundo y es la enfermedad respiratoria no transmisible más frecuente en niños y adultos. Debido a que compromete principalmente a la población más activa de la sociedad, se estima que genera ausentismo escolar en aproximadamente el 60% de niños asmáticos y una pérdida de productividad laboral promedio del 35%.
Se trata de una enfermedad crónica que provoca inflamación y estrechamiento de las vías que conducen el aire a los pulmones (los bronquios). Los síntomas pueden manifestarse varias veces al día o a la semana, y en algunos casos empeoran durante la actividad física o por la noche.
La causa del Asma no se conoce, pero los mecanismos de esta inflamación están bastante claros. Existen factores predisponentes como por ejemplo la combinación de una predisposición genética con la exposición ambiental a sustancias y partículas inhaladas, como alérgenos dentro de las viviendas, el humo del tabaco, irritantes químicos o la contaminación atmosférica. También juega un rol no menor el antecedente de otras manifestaciones de alergia como rinitis, eczema, urticaria.
A pesar de ser una enfermedad muy conocida y frecuente, existen gran cantidad de mitos instalados en la sociedad que impactan negativamente sobre el diagnóstico y tratamiento, poniendo en riesgo a quienes la padecen.
La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria está llevando a cabo una campaña nacional para aclarar todas las dudas y conceptos errados frecuentes respecto al Asma:
El Asma en los niños se cura con el desarrollo. FALSO: El Asma es una enfermedad crónica que varía a lo largo de la vida del paciente, que eventualmente puede entrar en REMISIÓN y no requerir tratamiento.
La natación mejora el Asma. FALSO: La actividad física beneficia a los pacientes, pero el tratamiento adecuado debe permitir al paciente realizar la actividad que prefiera.
Si tuve Asma en la infancia podría volver a tenerlo. VERDADERO: La remisión del Asma puede ser temporaria y reaparecer más adelante en la vida.
Si no tengo síntomas, no necesito tratamiento. FALSO: Estar sin síntomas es lo mejor que puede pasar, continúe igual.
Durante el embarazo, la medicación para el Asma se suspende. FALSO: El tratamiento para el Asma no afecta el embarazo, por el contrario, el abandono del mismo puede generar complicaciones por falta de control.
El Asma puede comenzar en la tercera edad. VERDADERO: Existe un tipo de asma que puede comenzar en edades más avanzadas, aunque siempre deben descartarse otras enfermedades.
Los inhaladores generan adicción. FALSO: Los inhaladores constituyen la piedra angular del tratamiento. Debe consultar a su médico para ver que el mismo sea adecuado.
Un tratamiento adecuado provee una buena calidad de vida. VERDADERO: El objetivo del tratamiento es que el paciente tenga una vida plena, sin síntomas y sin crisis.
Los corticoides inhalados afectan la presión o generan diabetes. FALSO: Los corticoides inhalados son de acción local, igual que una crema dérmica.
Los inhaladores hacen mal al corazón. FALSO: Los broncodilatadores de acción corta pueden provocar aumento de la frecuencia cardíaca y/o palpitaciones, pero no efectos tóxicos.
Todos los asmáticos tienen “ataques”. FALSO: El tratamiento adecuado suprime los ataques.
Hay otros tratamientos que no sean con inhaladores. VERDADERO: Se suman cuando los tratamientos inalados son insuficientes.
El tratamiento del asma debe ser siempre iniciado por un neumonólogo. FALSO: su médico clínico puede indicar un tratamiento.
El Asma es un factor de riesgo para COVID-19. FALSO: El Asma por sí misma no predispone a las infecciones. El tratamiento adecuado protege de las complicaciones (crisis) que puede desencadenar una infección, como la provocada por COVID-19.
El Asma o su tratamiento pueden generar una peor evolución de COVID-19. FALSO: El Asma no es un factor de riesgo en COVID y tampoco su tratamiento, por lo que es fundamental que no se suspenda.
Para evitar caer en los mitos mencionados anteriormente y tantos otros que circulan acerca de esta enfermedad, es clave efectuar las consultas médicas correspondientes y no realizar modificaciones en el tratamiento sin la indicación de su médico.