opinión
No es una novedad que a los argentinos nos gustan los videojuegos. Participamos de competencias alrededor del mundo, desafiamos a amigos online y estamos atentos a las novedades del mercado gaming. Sin embargo, hay una tendencia a pensar que los videojuegos sólo son territorio de los más pequeños cuando en realidad un alto porcentaje de adultos continúa indagando en este tipo de entretenimiento.
¿Por qué ocurre este fenómeno? Quizás tenga que ver con la edad de varios de estos adultos que, hoy ya con más de 30, tuvieron -y tienen-, una relación más cercana con la tecnología, ya dentro de la generación millennial. Este grupo, que suele ser integrado por personas entre los 15 y 34 años, comparten algunas características que hacen a integrarlos a un todo. Primero, son considerados nativos digitales, es decir, nacieron -figurativamente hablando-, con la tecnología en sus manos. Segundo, existe en ellos un disfrute en su relación con la tecnología y aparece, además, como una excusa para socializar.
Es justamente esa socialización la que se relaciona más con el mundo adulto que con el de los niños. ¿En qué sentido? En la socialización explícita de los adultos en lugar de la implícita de los más pequeños. Nos juntamos para hablar, comentar sobre nuestras vidas y, de paso, nos divertimos con un videojuego. Mientras, seguimos charlando, pero sin perder la concentración en el juego.
Otro tema es la exigencia de herramientas para jugar: tanto el niño como el adulto buscan los mejores dispositivos para hacer más dinámico el juego. Hoy hay varios ejemplos como mouse, teclado, auriculares y barras de sonido portables complementan la experiencia del gamer. Pero la exigencia no es sólo para las herramientas actuales: los gamers niños y adultos esperan aquellos dispositivos que mejorarán y facilitarán la forma de jugar.
El mundo de los niños parece distante a determinada edad. Sin embargo, compartimos más de lo que creemos. Los videojuegos nos permiten compartir una experiencia que engloba el entretenimiento, la diversión y las ganas de juntarnos con el otro.
Por Vanesa Docampo
Manager Latinoamérica de Genius y GX