opinión
Domingo, 3 de enero de 1932 - La Paz, Entre Ríos, Argentina.
Se inicia en la localidad entrerriana de La Paz un alzamiento revolucionario que fue liderado por los hermanos Mario, Roberto y Eduardo Kennedy, tres estancieros radicales que con el objetivo de restaurar el gobierno constitucional destituido el 6 de septiembre de 1930 se levantan en armas contra la dictadura de José F. Uriburu pocas semanas antes de asumir el presidente Agustín P. Justo consagrado en elecciones fraudulentas sin participación de la UCR.
Luego, en diciembre de 1932, el Tte. Cnel. Atilio Cattaneo y el Mayor Regino Lascano lideraron una revolución contra el gobierno fraudulento de Agustín P. Justo y algunos dicen que la misma estaba planificada originalmente para enero de ese mismo año y que los hermanos Kennedy eran partícipes de la misma, pero por motivos que se desconocen se postergó y los Kennedy nunca recibieron el telegrama en clave que les avisaba del cambio de planes.
De modo que el 3 de enero de 1932 los hermanos siguieron adelante con la revolución.
La noche anterior al alzamiento organizaron un asado en su propiedad donde reclutaron unos sesenta hombres que comprometieron su participación en la toma de la ciudad, pero al alba del día siguiente por motivos que se desconocen acudieron a la cita tan solo la cuarta parte de ellos, entre los que se encontraba un joven de 23 años oriundo de la provincia de Buenos Aires llamado Héctor Roberto Chavero quien años más tarde seria mundialmente conocido como Atahualpa Yupanqui. Los tres hermanos acompañados de Bernabé Menchaca, Cayetano Romero, Fortunato Alegre, Francisco Sánchez, Francisco Zoffala, Héctor Papaleo, José Maldonado, Lorenzo Bosch, Lucas Duclós, Luis Franco y Pedro Oterio intentan tomar en forma pacífica la comisaria pero el jefe policial al mando de casi 30 hombres fuertemente armados rechaza entregar el edificio e inicia un tiroteo con el saldo de varios heridos y cuatro policías entre los que se encontraba el Comisario Carlos Reinoso, dejando más que claro que no era tan solo un rumor la “buena puntería” de los Kennedy. Entre sus objetivos también estaban la oficina correo y telégrafo para controlar las comunicaciones y el Banco de la Nación, este último para cuidar que nadie aprovechara las circunstancia para robar los fondos público. Según cuentan decían: “Somos revolucionarios y radicales, no somos delincuentes”.
Durante el transcurso de los hechos, en horas del mediodía, se enteran que la revolución no había prosperado en otras ciudades como estaba establecido y que fueron víctimas de una traición frustrando así el intento de restituir el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen. Por tal motivo decidieron abandonar sus planes y, desobligando a sus hombres y tomando la total responsabilidad de los hechos, se refugian en un paraje llamado “El Quebrachal”.
La dictadura de Uriburu en represalia organizo inmediatamente un inédito operativo de búsqueda para detener a los Kennedy que incluyo no solo a la policía de Entre Ríos y la Prefectura sino también el Ejército, la Armada y al Fuerza Aérea. En la madrugada del 6 de enero los revolucionarios son localizados y se produce enfrentamiento armado, que incluyo el primer bombardeo aéreo sobre civiles en la historia nacional. Los tres hermanos se defendieron ferozmente del ataque causando cinco bajas entre las fuerzas del gobierno quienes llegaron creer e informar que estaban enfrentando a más de una decena de hombres. Conocedores del terreno, en gran parte de su propiedad, y excelentes jinetes los Kennedy lograron escapar y se refugian en el Uruguay donde se exiliaron por varios años. Poco antes de regresar de su exilio fueron visitados personalmente por Hipólito Yrigoyen, anciano y enfermo, quien les encomendó la unidad del radicalismo junto a Marcelo de Alvear. Regresaron al país recién en 1938 y sus vidas cambiaron para siempre desde aquella patriada.
Sobre el tema recomiendo dos muy buenos libros: Los Kennedy de Jorge Repiso y La Patriada de nuestro paisanos Los Kennedy de mi amigo Ricardo Lopa.
Diego Barovero
Presidente del Instituto Nacacional Yrigoyeneano
Foto: Mario, Eduardo y Roberto Kennedy