opinión
Actualmente se está viviendo una situación inédita en relación con el COVID-19, lo que
conlleva a que la mayoría de las familias se enfrenten a un cambio drástico en su estilo de
vida, teniendo que tomar una serie de precauciones y modificaciones en sus dinámicas
rutinarias para evitar la transmisión del virus.
No siempre las circunstancias traumáticas tienen un efecto negativo. Puede ser algo que
desate un efecto positivo, puede justificar la existencia de los padres, puede permitir
reparar heridas, puede ser una oportunidad para madurar, o una fuente de unión,
integrándola con otros aspectos de la vida, tanto para la familia como para el equipo de
salud. En las condiciones más difíciles pueden estar las mejores oportunidades.
Ante estas circunstancias uno de los mayores desafíos sin duda lo tienen los padres con
niños pequeños en casa.
¿Cómo se les explica lo que sucede? La información que los
padres pueden brindar a los niños dependerá en mayor medida de la edad y el grado de
conocimiento que éstos tienen. Mientras más pequeño sea, más sencilla debe ser la
explicación. De acuerdo con el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (2020) hay tres
fases fundamentales que los padres pueden seguir: Informar, explicar y proteger.
En la fase de Informar lo primero es mantener la calma y manejar el estrés, para
proporcionar un ambiente seguro y transmitir tranquilidad a los más pequeños.
Preguntarles directamente lo que saben sobre el tema, y si tienen algún temor o
preocupación, para esclarecer la información que tengan y brindarles calma y seguridad,
utilizando un lenguaje claro y sencillo ajustado a su edad y conocimientos, para ello se
puede ofrecer apoyo visual (dibujos, gráficos) y ejemplos, siendo sinceros en cuanto se
trata de algo peligroso, ya que se contagia con facilidad.
Explicar: Orientar sobre las estrategias de cuidado y prevención para disminuir los
riesgos. Es importante no introducir la idea de muerte, o tragedia que pueda generar
ansiedad o miedos extremos, por el contrario, brindar un mensaje de tranquilidad,
explicando que el objetivo de quedarnos en casa es para protegernos y cuidarnos de no
contagiarnos de una gripe, con resfrío o fiebre, y que se puede aprovechar para hacer
actividades para compartir con la familia en casa. No dar largas explicaciones sobre el
asunto y ofrecer un espacio de escucha para cuando tenga dudas o inquietudes.
Proteger: en el caso de niños pequeños menores a 6 años se sugiere el uso de juegos o
videos musicales explicando el modo de lavarse las manos mientras cantan una canción,
y decirles que esto deja indefenso al virus. Brindar instrucciones mediante carteles con
imágenes o fichas de colores, que expliquen evitar el contacto directo con otros niños o
personas, y que esto durara sólo un tiempo, mostrar cómo no tocar superficies de objetos
que provengan del exterior sin antes limpiarlos adecuadamente, evitar en lo posible
tocarse la cara, estornudar con el codo flexionado o con pañuelos, cubriendo la boca y la
nariz.
Considerar explicarles que si alguno de los padres regresa de la calle no se le puede
saludar o abrazar de modo inmediato, esto último para establecer hábitos que pueda ir
implementando poco a poco, y que las medidas no se introduzcan de modo abrupto o de
forma de rechazo que pueda afectarlos emocionalmente. De igual modo se sugiere que
cada vez que el niño pueda cumplir estas pautas, reforzarlos positivamente, con algún
premio o juego, para que se vea estimulado por ello.
¿Los niños pueden llegar a manifestar alguna angustia por este contexto?
Para
Fernández- Álvarez (1992) “Los seres humanos somos activos constructores de
significados desde el inicio de la vida hasta la muerte”, por lo que los bebés están
preconstituídos para darse cuenta de los procesos de auto organización y responder
selectivamente a los acontecimientos sociales.
En ese sentido, los niños captan su entorno y organizan sus percepciones de forma
significativa, otorgando sentido a lo que observan, por lo que, en este contexto global de
Pandemia por el COVID-19, los niños aunque puedan estar distraídos jugando o haciendo
tareas, pueden percibir la alteración y tensiones de los padres, esto puede disparar
muchas veces reacciones de ansiedad y temores en los niños, que pueden hacer
aparecer fantasías de muertes y de enfermedad, trayendo como consecuencia dificultad
para dormir, afectación en la alimentación y en su estado de ánimo, o desarrollando
ataques de pánico, fobias excesivas, estrés o terrores nocturnos.
Es importante la capacidad de respuesta de los adultos, brindando seguridad emocional y
confianza en el vínculo, esto se correspondería con un estilo de apego seguro (Vega,
2011 b), lo cual le ayudará en el desarrollo de su personalidad y a afrontar mejor los
miedos y la ansiedad ante esta situación actual.
Por ejemplo, si el apego es inseguro y el entorno donde se desenvuelve el niño no genera
seguridad, podría aumentar el estrés, lo cual incrementa la producción de cortisol, que a
corta edad puede significar un desarrollo cerebral limitado. Si esto sucede es campo
propicio para aumentar la posibilidad de desarrollar trastornos de conducta, de
aprendizaje, y trastornos psicopatológicos más adelante (Torras de Bea, 2010). Por ello
se sugiere favorecer un clima de protección, bridando apoyo emocional ante momentos
de incertidumbre. Hay que facilitar los espacios de escucha, y diálogo, implementando
juegos, dibujos u otras estrategias que permitan elaborar sus propios temores y conflictos.
Propuestas para crear rutinas: Moreno (2020), de la Universidad Iberoamericana,
sugiere mantener los horarios regulares y realizar un plan de actividades compartidas. Es
importante sostener los hábitos de comida y sueño durante su jornada en el colegio, ya
que eso permitiría la sensación de continuidad con respecto a la contingencia. Algunas
recomendaciones de Moreno (2020):
- Establecer desafíos de aprendizaje (lectura-escritura, matemáticas) y reforzar los logros
alcanzados.
- Promover las actividades en familia (juegos de mesa, comer juntos, compartir
experiencias e historias, ver películas, lectura de cuentos, hacer ejercicios aeróbicos,
cocinar en familia, jardinería, etc.).
- Fomentar actividades artísticas como cantar, escuchar música y bailar. Escuchar
distintos géneros musicales permite mover el estado de ánimo, se podrían realizar
karaokes o concursos musicales.
- De acuerdo con sus posibilidades incluirlo en las tareas domésticas, de limpieza y orden.
Esto se puede hacer a modo de juegos familiares, quien ordena más rápido, quien gane
se lleva un premio, etc.
¿Y el momento de ocio online?
En la actualidad muchos niños desde muy temprana
edad manejan las redes sociales y las nuevas modalidades virtuales. Debemos
aprovechar las redes de forma estratégica, y flexibilizar los límites con la tecnología. Por
lo que se sugiere el uso de dos horas diarias destinadas frente a la pantalla, ya sea para
conversar con sus amigos, jugar, ver vídeos, etc. Una forma de maximizar los usos de las
redes de comunicación podría ser hacer grupos de WhatsApp entre amigos de la escuela
para que compartan sus actividades escolares y organicen juegos o conversaciones a
través de las plataformas como video, zoom o Skype (Moreno, 2020).
Es momento de cuidar el contenido de las noticias que se muestran por los medios, filtrar
la información proporcionada, para no generarles angustia, para ello hay que restringir el
uso de las pantallas sin supervisión.
También es momento de retomar juegos de mesa, tales como cartas, tarjetas, dados,
juegos de palabras, rompecabezas, legos, y juegos de roles (doctor, maestra) o mímica.
También se pueden incentivar actividades creativas, tales como pintar camisetas, trabajar
con arcilla, plastilina, pintura. Depende los materiales que tengan en casa, y de la edad de
los niños. Es importante que los juegos se ajusten a las capacidades e intereses de los
más pequeños de la casa.
Los momentos de soledad: El estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es
determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal
figura de afecto (persona con que se establece el vínculo inicial). Esto también depende
de la confianza y autonomía que el cuidador principal pueda desarrollar en y con los
niños. Para ello es importante buscar espacios en los que los niños trabajen de manera
independiente, donde puedan jugar, dibujar y realizar sus actividades sin la presencia
constante de los padres, siempre y cuando en estos espacios no se expongan a peligros
o riesgos. Alternar entre la supervisión constante, y el desarrollo de su autonomía e
independencia es la clave.
Herramientas en internet: El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [UNICEF]
publicó en marzo de este año, una guía explicativa e ilustrada que ayuda a los padres a
orientar a los niños sobre el virus, modos de contagio y como protegernos. Se debe acudir
a fuentes oficiales (OMS, Organismos del Estado, Ministerios de Salud, etc.) y buscar información validada por expertos. Bermejo (2020) bajo el apoyo del Colegio Oficial de
Psicología de Madrid realizó un cuento para niños, que explica el coronavirus llamado:
Rosa contra el virus, cuya protagonista es una niña que lucha contra este virus con apoyo
de su familia y amigos. Recurrir a cuentos ilustrados para dar a comprender lo que ocurre,
es una herramienta literaria que permite elaborar situaciones conflictivas y traumáticas
para niños.
Producido por la Dra. Edith Vega - MN 14363
Psicóloga de Fundación Hospitalaria - Fundación Aiglé
y la colaboración de la Lic. Estela Figueroa - MN 56938
Fundación Aiglé -