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En los últimos años, las ciudades alrededor del mundo se enfrentan cada vez con mayor frecuencia a grandes inundaciones y períodos de sequías. Ante esta situación, ¿qué soluciones a largo plazo podemos aplicar para mejorar el manejo del agua de lluvia y enfrentar los impactos del cambio climático?
En los últimos años vemos cada vez con mayor frecuencia inundaciones en ciudades importantes alrededor del mundo, independientemente de su poder económico o de la infraestructura pluvial existente. Asimismo, muchas de ellas también se enfrentan cada vez más frecuentemente, a largos períodos de sequías, con escasez de agua.
En un entorno natural, de toda el agua que cae durante una precipitación, alrededor del 40% se evapora o es transpirada por la vegetación. Por otro lado, aproximadamente el 50% se infiltra en el suelo (con la mitad infiltrándose en profundidad, para recargar acuíferos subterráneos), y sólo el 10% escurre en la superficie. Sin embargo, en un entorno urbano, donde muchas superficies han sido impermeabilizadas (construcciones, rutas, etc), podemos ver una reducción sustancial del agua que se infiltra en el terreno (sólo 15%) y, en oposición, una proporción mucho mayor, de aproximadamente un 55%, del agua precipitada que ahora escurre por la superficie.
Además, se deben tener en cuenta los factores climáticos. Durante los últimos años, la intensidad de las lluvias ha ido aumentando, con un 30% más de lluvias extremas y los períodos de sequía se volvieron más largos. De hecho, el 70% de las megaciudades del mundo está sufriendo sequías. Al combinar estas lluvias más intensas con el hecho que la mayor cantidad de agua escurrirá en la superficie, se incrementa el riesgo de inundación. Mientras que, al combinar los largos períodos de sequía con la inhabilidad del agua para infiltrarse en el terreno y recargar los acuíferos, tenemos como resultado, la escasez de agua.
En general, ante una inundación, lo primero que se suele poner en duda es la infraestructura pluvial de la ciudad y suele aparecer la inquietud acerca de si debería invertirse en más redes, de grandes tuberías para evacuar la creciente cantidad de agua que precipita en cada evento. Pero, ¿es esta la solución absoluta? La respuesta es no.
“Los sistemas de drenaje pluvial convencionales, a pesar de que son necesarios, no deberían ser, ni son la única solución disponible. Si bien con más tuberías se podría captar una mayor proporción de agua, el tamaño de las tuberías que serían necesarias para evacuar las grandes cantidades de agua precipitada, harían inviable su construcción, tanto desde el punto de vista técnico, como económico. Por otro lado, de esta forma, tampoco se logra que el agua se infiltre y como consecuencia, los acuíferos no se recargan” explicó Sandra Pérez, Gerente de Producto Latam de Amanco Wavin.
¿Qué soluciones tenemos para hacer frente a esta problemática?
Hoy en día, en muchos lugares del mundo ya se aplican soluciones que tratan de complementar las redes de drenaje pluvial con sistemas que puedan replicar, en su mayor parte, las condiciones naturales de la zona antes de que existiese construcción alguna. Estas soluciones son conocidas como SUDS o Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible, sistemas que involucran espacios más verdes y el reemplazo de superficies impermeables por otras que permitan la infiltración del agua en el suelo, como superficies vegetadas, pavimentos permeables, etc.
En el caso de que la superficie no pueda ser reemplazada, como puede ser el espacio ocupado por un edificio, los sistemas SUDS prevén la recolección de toda el agua que cae sobre la superficie (techos, terrazas, estacionamientos y más), para luego almacenarla y darle un destino final sustentable, que puede ser: infiltrar el agua en el terreno replicando la situación natural; retenerla hasta que finalice la tormenta y luego conducir el agua hasta los drenajes de la ciudad; o darle un uso como agua de riego, limpieza o para los sistemas sanitarios de un edificio.
“Al aplicar estos sistemas, sea cuál sea la alternativa que se elija, lo importante es que se impide que el agua corra por la superficie o que recargue excesivamente la red pluvial de la ciudad durante la tormenta, lo que contribuye a mitigar los riesgos de inundación”, indicó Pérez. “Además, también sirven como ayuda para recargar los acuíferos subterráneos, contribuyendo a la disponibilidad de agua durante los períodos de sequía y para disminuir el consumo de agua potable para usos que no son de consumo humano”.
“Las autoridades deben considerar que para construir entornos saludables y sostenibles la adopción de estos sistemas deben ser abordados como políticas públicas, ya que no sólo contribuyen a construir ciudades más resistentes al clima, sino que también, pueden posibilitar reducciones en las inversiones necesarias en los sistemas públicos de drenaje urbano. ”, finalizó Pérez.