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Señalan que los numerosos beneficios de la lactancia materna superan con creces los posibles riesgos de transmisión y enfermedad asociados al COVID-19
Según informes actuales de UNICEF y la Organización de la Salud, se estima que 78 millones de bebés (tres de cada cinco) no toman leche materna en su primera hora de vida, lo cual aumenta el riesgo de mortalidad o que contraigan una enfermedad, y disminuye las posibilidades de continuar la lactancia materna.1
En el informe se pone de manifiesto que los recién nacidos que toman leche materna en su primera hora de vida tienen muchas más posibilidades de sobrevivir. Un retraso de tan solo unas horas después del nacimiento podría poner en peligro la vida del bebé. El contacto piel con piel y la succión de la mama favorecen la producción de leche materna y de calostro, llamado también la “primera vacuna” del bebé por su alto contenido en nutrientes y anticuerpos.
Los beneficios inexorables de la lactancia materna incluyen: disminución de la mortalidad en los recién nacidos prematuros, disminución de la morbilidad infantil debida a infecciones digestivas, respiratorias, urinarias y del oído medio, así como menos enfermedades atópicas. Hay algunas pruebas de que la leche materna exclusiva se asocia con las tasas más bajas de estas enfermedades en los 6 primeros meses de vida 3.
La leche materna ofrece protección contra la aparición de enfermedades de la niñez, como la diabetes mellitus insulinodependiente de inicio juvenil, la hipertensión arterial, la obesidad, y también se asocia con puntuaciones significativamente mayores de desarrollo cognitivo. Además de los beneficios para los lactantes, esta práctica tiene efectos sobre la salud materna. Diversos estudios han demostrado una incidencia menor de cáncer de mama, cáncer de ovario y fracturas de cadera en las mujeres que han amamantado. La lactancia materna ofrece también beneficios sociales y económicos, la contribución a una población infantil sana y favorece la no violencia.
Surge la inquietud sobre cuáles son las recomendaciones de la lactancia materna en tiempos de pandemia. Hasta la fecha no se han detectado partículas virales de SARS-CoV-2 en la leche de ninguna madre con sospecha o confirmación de COVID-19. Por lo tanto, parece poco probable que la enfermedad pueda transmitirse al amamantar o a través de la leche materna extraída de una mujer considerada caso sospechoso o confirmado de COVID-19.
Los investigadores continúan analizando la leche materna de mujeres con COVID-19, presunta o confirmada. Por tanto, hasta la actualidad no existen motivos para evitar la lactancia materna ni interrumpirla.4 En los pocos casos de infección confirmada del virus COVID-19 en niños por fuentes distintas a la lactancia materna, la mayoría de las veces la enfermedad ha sido asintomática o ha cursado con síntomas leves.
Durante el amamantamiento la madre deberá aplicar las medidas de higiene adecuadas que incluyen el uso de una mascarilla médica si dispone de ella; para reducir la posibilidad de contagio a través de gota y contacto.5,6
Las recomendaciones de higiene para una madre que amamanta y con sospecha o confirmación de COVID-19 son las siguientes:
Se recomienda alimentar al recién nacido con leche materna, ya que los beneficios superan los riesgos potenciales de transmisión a través de la leche materna; no hay evidencia a la fecha de presencia del SARS-CoV-2 en la lecha materna.
Si la madre está en condiciones clínicas y desea amamantar, deberá ser orientada en las medidas a tomar con el fin de disminuir los riesgos de transmisión del COVID-19 a través del contacto con el recién nacido.
Realizar el amamantamiento en lo posible fuera de la cama para reducir contacto del recién nacido con superficies potencialmente contaminadas.
Lavar las manos durante por lo menos 50 segundos antes de tocar al bebé o antes de retirar la leche materna (extracción manual o con bomba extractora).
Usar barbijo quirúrgico y si no lo tuviere utilizar tapaboca (cubriendo completamente nariz y boca) durante las tomas; evitar hablar o toser durante el amamantamiento.
El barbijo debe ser inmediatamente sustituido en caso de tos o estornudo, o ante cada nueva toma.
Si se optara por la extracción de leche materna, se recomienda reforzar la técnica de extracción manual.
Si se provee por bomba de extracción de leche, debe cumplirse la adhesión a las normas de esterilización. La bomba no podrá ser compartida con otra paciente y la extracción se realizará en la habitación donde se realiza el aislamiento.
La leche será administrada por una persona acompañante o por personal de la institución.
Si la madre no estuviera en condiciones clínicas para amamantar, se recomienda a los equipos que la asistan, la extracción periódica de leche con el fin de evitar trastornos mamarios y de mantener la producción de leche.
La confirmación de una infección por el virus del COVID-19 supone que la madre debe aplicar las medidas de higiene recomendadas durante el periodo de infectividad probable, esto es, durante los 14 días posteriores al inicio de los síntomas o, si duran más de 14 días, durante todo el tiempo en que persistan los síntomas.
Los numerosos beneficios de la lactancia materna superan con creces los posibles riesgos de transmisión y enfermedad asociados al COVID-19.
Las recomendaciones sobre el contacto entre la madre y el lactante, y sobre la lactancia materna se basan en una evaluación integral que hace un balance entre los riesgos de infección del lactante por COVID-19, los riesgos de enfermedades graves y fallecimiento asociados a la ausencia de lactancia materna o el uso inadecuado de fórmulas para lactantes, y los efectos protectores del contacto piel a piel y la lactancia materna.
Consulte siempre a un médico.
Asesoró: Dra. Gisela Martinchuk (MN 95637), Coordinadora de la sección Neumonología Pediátrica de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, Médica Pediatra Neumonóloga del Hospital Italiano y Secretaria del Comité Nacional de Neumología de Sociedad Argentina de Pediatría; y miembros de la sección.