internacional
Los presupuestos de educación no se están ajustando de forma proporcional a los retos que ha traído consigo la COVID-19, especialmente en los países más pobres. A pesar de que aumentan las necesidades de financiación, dos tercios de los países de ingresos bajos y medios-bajos han recortado, de hecho, sus presupuestos de educación pública desde el inicio de la pandemia, según el nuevo informe conjunto del Banco Mundial y la UNESCO, Education Finance Watch (EFW).
En comparación, como muestra el EFW, solo un tercio de los países de ingresos medios-altos y altos han reducido sus presupuestos. Estos recortes presupuestarios han sido relativamente pequeños hasta ahora, pero existe el peligro de que sean mayores a medida que la pandemia siga degradando la economía y la situación fiscal empeore. Estas tendencias discrepantes implican un aumento significativo de las ya grandes disparidades de gasto que se observan entre los países de ingresos bajos y los de altos.
Según el nuevo informe, antes de la pandemia de la COVID-19, en 2018-19, los países de ingresos altos gastaban anualmente el equivalente a 8.501 dólares en la educación de cada niño o joven, comparado con los 48 dólares de los países de ingresos bajos. La COVID-19 no hace más que aumentar esta enorme brecha de gasto educativo per cápita entre los países ricos y pobres.
El EFW subraya que el desafío de la financiación de la educación no consiste únicamente en movilizar recursos, sino también en mejorar la eficacia del financiamiento. Lamentablemente, los recientes aumentos del gasto público en educación se han asociado a mejoras relativamente pequeñas en los resultados educativos. Aunque el acceso a la educación ha mejorado, la tasa de pobreza de aprendizaje –la proporción de niños de 10 años incapaces de leer un texto corto y apropiado para su edad– era del 53% en los países de ingresos bajos y medios antes de la COVID-19, en comparación con solo el 9% en los países de ingresos altos. Es probable que el cierre de escuelas relacionado con la COVID-19 aumente esta proporción del 53% hasta un 63%.
“Estamos en un momento crítico en el que los países deben recuperar las pérdidas de aprendizaje generadas por la pandemia, invertir en educación paliativa y aprovechar esta oportunidad para construir sistemas más eficaces, equitativos y resistentes”, indicó Mamta Murthi, Vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. “La crisis de la pobreza del aprendizaje que existía antes de la COVID-19 se está agravando aún más, y nos preocupa también la desigualdad de su impacto. Los países y la comunidad internacional del desarrollo deben invertir más en los sistemas educativos y reforzar el vínculo entre el gasto y el aprendizaje y otros resultados de capital humano”.
El EFW señala que el gasto mundial en educación ha aumentado durante los últimos diez años, pero los indicios apuntan a que la pandemia puede interrumpir esta tendencia al alza. La financiación de la educación ha crecido más rápidamente en los países de ingresos bajos y medios-bajos, donde son mayores las diferencias entre la financiación necesaria para alcanzar los internacionalmente acordados Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 y las asignaciones actuales. El deterioro de las finanzas gubernamentales a medio plazo sugiere que, si no se realizan esfuerzos concertados para dar prioridad a la educación, empeorarán las perspectivas de movilizar los recursos necesarios para la misma.
La ayuda a la educación ha aumentado un 21% en los últimos diez años. Los desembolsos habían aumentado rápidamente en la década de 2000 y cayeron entre 2010 y 2014 a raíz de la gran crisis financiera. Sin embargo, desde 2014 la ayuda a la educación aumentó un 30%, alcanzando su nivel más alto registrado de 15.900 millones de dólares en 2019. Sin embargo, las restricciones fiscales, otras necesidades sectoriales y los cambios en los patrones de movilidad de los estudiantes, sugieren que la ayuda externa a la educación podría disminuir en el momento en que más necesaria resulta.
“La financiación externa es fundamental para apoyar las oportunidades educativas de los más pobres del mundo”, declaró Stefania Giannini, Subdirectora General de Educación de la UNESCO. “Sin embargo, es probable que los países donantes –y algunos ya han empezado a hacerlo– trasladen su presupuesto de ayuda a prioridades nacionales. La salud y otras emergencias también compiten por los fondos. Pronosticamos un entorno difícil para los países que dependen de la ayuda a la educación. La UNESCO calcula que podría disminuir en 2.000 millones de dólares desde su máximo en 2020 y no volver a los niveles de 2018 hasta dentro de seis años”.
El EFW es un esfuerzo colaborativo del Banco Mundial y el equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO. Se elaborará anualmente tras la publicación de los principales datos sobre el gasto en educación por parte del Instituto de Estadística de la UNESCO. El EFW pretende reunir los mejores datos disponibles sobre todas las fuentes de financiación de la educación y dar seguimiento a los esfuerzos por mejorar la información sobre los niveles y el uso de la financiación de la educación. Sin embargo, no se dispone fácilmente de información de buena calidad y oportuna sobre el gasto educativo de los gobiernos, de los hogares y de la ayuda en todos los países. Esto dificulta la planificación y el seguimiento en un momento en el que los países no pueden permitirse ningún paso en falso.