sociedad
Luego que el intendente de Catriel, Carlos Johnston, asegurara que padeció "un trastorno de ansiedad ocasionado por varios factores sumatorios entre ellas el estrés agudo y la angustia", la directora del CEETA (Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (CEETA), Lic. Gabriela Martínez Castro, aseguró que los trastornos de ansiedad no generan fugas. "El intendente de Catriel no sufrió un trastorno de ansiedad, seguramente sufre de otra patología", indicó la especialista.
Cabe recordar que Johnston, veterinario de 51 años, había salido de su casa la mañana del 1 de enero para ir a caminar, y fue encontrado días después en la localidad de Los Antiguos, en el norte de Santa Cruz, adonde llegó en auto, lo que generó diversos reclamos para que renuncie al cargo que asumió en diciembre pasado.
Los trastornos de ansiedad
En los últimos años se ha registrado un considerable aumento de pacientes que padecen los denominados trastornos de ansiedad, enfermedad que hoy se conoce con nombre y apellido.
La inseguridad cotidiana, la presión en el ámbito laboral, las consecuencias del cambio climático, el cansancio, las guerras, las catástrofes naturales, son una constante en la vida de muchos argentinos. “Actualmente vivimos expuestos a una vorágine de stress que nos agobia y aturde, por eso cada vez hay más pacientes con trastornos de ansiedad”, explica desde su consultorio en Pilar la Lic. Gabriela Martínez Castro, especialista en Trastornos de Ansiedad.
Lo que ocurre es que no es malo sentirse ansioso, ya que como aclara la terapeuta “todos tenemos ansiedad, porque es algo corriente y normal en los seres humanos”. Sin embargo, esta ansiedad debe establecerse dentro de determinados parámetros para que sea considerada como benévola, “cuando supera límites normales, la ansiedad comienza a ser un problema. Cuando la ansiedad produce un deterioro en la calidad de vida de la persona, ahí estamos frente a un trastorno que no puede ser resuelto sin ayuda externa”, comenta la Licenciada en Psicología, especialista en la materia.
Lo cierto es que se consideran a estos trastornos como una patología y sus pacientes, si bien “se recuperan”, cargan con estos toda su vida, ya que son crónicos.
Sin embargo, la gente que los presenta suele no darse cuenta de tal situación. Como explica Gabriela Martínez Castro: “el psicólogo es el último profesional al que llega el paciente, ya que previamente hace el recorrido por todas las otras especialidades médicas. Hasta que se cansa de que todos le digan que ‘está sano y no tiene nada’, es ahí donde consulta a un terapeuta, ya sea psicólogo o psiquiatra”.
Pero ¿cómo hace una persona para reconocer un trastorno de ansiedad? Tiene que existir una situación que se convierta en factor desencadenante por el cual el sujeto se sienta aturdido. Martínez Castro comenta que “la ansiedad en valores normales nos permite reaccionar y preparar una respuesta en forma de conducta, cuando nos vemos enfrentados a los hechos de la vida cotidiana”. Sin embargo, cuando ésta desborda a la persona y su reacción se considera anormal, se habla de un probable trastorno de ansiedad.
Se considera también como factor para la posible manifestación de un trastorno de ansiedad una franja de predisposición genética en la persona: “el círculo familiar o laboral alimenta el trastorno”, comenta la especialista.
Los distintos tipos
Entre los trastornos de ansiedad se encuentran: ataques de pánico; trastorno obsesivo compulsivo (TOC); fobia específica; stress post traumático; trastorno por ansiedad generalizada y trastorno por ansiedad social. Cada uno con sus características particulares, síntomas y efectos.
Respecto de los ataques de pánico, la edad aproximada de manifestación es a partir de los 18 años, “cuando la persona está en la edad madurativa y se ve enfrentada a la toma de desiciones importantes”, explica la Licenciada. Esta patología presenta síntomas físicos: “el paciente experimenta la sensación de estar cerca de la muerte, o la locura, sufre taquicardia, falta de respiración, ahogo, entre otros efectos”, dice Martínez Castro. Por lo general el primer episodio de pánico no se olvida jamás, a partir de allí es normal que el que lo ha sufrido tenga la sensación de que pronto volverá a ocurrirle. “Quienes tienen ataques de pánico no pueden quedarse solos, porque a partir de que viven el primer ataque, su conducta cambia completamente; evita lugares donde sufrió la crisis, procura no realizar la acción que realizaba al momento de manifestarse el pánico; en fin, su conducta se ve limitada y la vida del paciente se restringe hasta el aislamiento”, explica Gabriela Martínez. Esta tipología en particular de trastornos de ansiedad, suele avanzar rápidamente y tiene consecuencias graves.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) suele manifestarse espontáneamente o bien después de que la persona atraviesa un evento específico que lo desencadena. Los pacientes que lo sufren hacen que una cantidad considerable de rituales y pensamientos obsesivos imposibiliten el curso de una vida normal. Según la especialista “es el trastorno de peor diagnóstico” y siempre necesita la complementación con psicofármacos para tratarlo.
Otra de las psicopatologías es la fobia específica, que generalmente se gesta en la niñez. En este caso el enfermo reacciona a elementos que no tienen por qué ser fobígenos. Al respecto, Gabriela Martínez Castro comenta que “suele ser el de más rápida solución y no requiere la ingesta de psicofármacos”.
El stress post traumático también es otro trastorno de ansiedad cuya causa es una situación que pone en riesgo la integridad psicofísica de la persona (ya sean robos, accidentes, toma de rehenes, etc.) y lo pone en una situación de mucho stress. Lo curioso acerca de este trastorno como dice la Licenciada es que “suele disparar otros”. Además una vez vivida la situación desencadenante, “el paciente acostumbra a revivirla continuamente con todos los sentidos, de modo que su rutina se ve interrumpida y sufre”, dice Martinez Castro.
En cuanto al trastorno por ansiedad generalizada es común que se manifieste cerca de la vida adulta. “En esta patología la persona se preocupa excesivamente por cuestiones de la vida cotidiana y no puede priorizar, pues le resulta igual de importante la operación de riesgo de un familiar que llegar impuntual a una cita”, explica la especialista.
Y por último, el trastorno por ansiedad social que suele desarrollarse en la adolescencia, y cuyo rasgo distintivo es el temor a ser rechazado o criticado negativamente, por lo cual el paciente evita situaciones sociales y se aísla.
+ info en www.ceeta.org