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Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, en Glasgow (Reino Unido), los líderes deben tomar medidas efectivas acordes a la escala de la crisis que se desarrolla con el objetivo de prevenir más muertes y violaciones del derecho a la salud, a una vivienda adecuada, a la alimentación, al agua, al saneamiento, entre muchos otros.
“La emergencia climática es una crisis de proporciones catastróficas, y nuestros líderes tienen que despertar y empezar a actuar en consecuencia. Hubo mucho ruido, promesas fáciles y gestos simbólicos por parte de dirigentes mundiales, pero ninguna acción efectiva. Muchos países han incumplido incluso los acuerdos existentes relativos a la presentación de compromisos actualizados para reducir las emisiones”, señaló Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, quien participará de la Conferencia.
La COP26 inició el 31 de octubre, y es la primera oportunidad que incluye una revisión de los compromisos de reducción de emisiones de gases y el fortalecimiento de la ambición climática desde la entrada en vigencia del Acuerdo de París en 2015. El acuerdo incluye una revisión de los compromisos nacionales cada 5 años. La pandemia de COVID19 y el aplazamiento de la COP26 demoró la presentación de estos planes para muchos países.
Catástrofes globales
Amnistía Internacional enfatiza en que los líderes mundiales no pueden perder más tiempo con compromisos vagos. Deben actuar ya para evitar mayores tragedias climáticas con impacto en la vida y los derechos de millones de personas.
En lo que va de año, el mundo ha sido testigo de algunas catástrofes, como:
• Lluvias torrenciales desde Indonesia hasta Alemania.
• Temperaturas abrasadoras desde Canadá hasta Pakistán, donde Amnistía Internacional realizó un ensayo fotográfico que ofrece una cruda ilustración del impacto del cambio climático en los derechos humanos, y subraya la inmediatez de la crisis climática para algunas de las personas más pobres del planeta.
• Una devastadora sequía en Madagascar donde la hambruna llevó a un millón de personas al borde de la muerte. Así lo publicó Amnistía Internacional en el informe “Ya será tarde para ayudarnos cuando hayamos muerto”.
Argentina
Nuestro país no está exento de estas tragedias. Según el último reporte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) Argentina presenta sequías, lluvias extremas, menor cantidad de nieve en Los Andes con la consecuente falta de agua; retracción de glaciares y suba de la temperatura promedio. Solo por mencionar un ejemplo, la histórica bajante del Rio Paraná registrada en julio da cuenta de la magnitud de este problema ambiental.
La comitiva argentina en la COP26, encabezada por el presidente Alberto Fernández, tiene la oportunidad de demostrar compromisos concretos por el derecho humano a un medio ambiente seguro, limpio, saludable y sostenible.
“Si bien Argentina no es uno de los principales responsables del calentamiento a nivel global, aun así puede comprometerse con ejes vinculados, por ejemplo, a la ganadería o al abandono de las industrias fósiles y la preservación de bosques nativos, entre muchos otros. Millones de jóvenes están reclamando poder contar con un futuro posible y, sin embargo, los líderes mundiales hacen oídos sordos. Con un planeta deshecho no hay economía ni futuro posible. La prioridad es salvar el planeta ya y nuestro país puede ser ejemplo para Latinoamérica”, señaló Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
La organización envió una carta al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible solicitando reunión en el marco de la COP26 para de expresar sus preocupaciones.
Pedidos urgentes
Amnistía Internacional insta a todos los países a:
• comprometerse a alcanzar unos objetivos de reducción de emisiones ambiciosos y que tengan en cuenta los derechos humanos para mantenernos por debajo de un aumento global de temperatura de 1,5°C;
• comprometerse a eliminar progresivamente los combustibles fósiles;
• implementar un mecanismo global para apoyar a quienes ven afectados sus derechos, basado en que los países ricos asuman los gastos mediante financiación nueva y adicional no sujeta a reembolso, y
• adoptar medidas adecuadas para asegurarse de que se garantizan los derechos de todas las personas a la información y la participación en todos los niveles de toma de decisiones relacionados con el clima.
Los líderes mundiales deben emprender acciones concretas para alcanzar colectivamente las cero emisiones en 2050 o antes, lo que implica reducir para 2030 las emisiones de carbono al menos un 45% respecto a los niveles de 2010. Los países más ricos, que se cuentan entre los mayores emisores del mundo, tienen la obligación de reducir sus emisiones más rápido y ayudar a los más pobres que están pagando el precio más alto del cambio climático.