opinión
España afronta una grave crisis institucional, la más
seria que ha sufrido su democracia sustentada en la Constitución de
1978 desde el intento de golpe de Estado del coronel Tejero el 23 de
febrero de 1981, el "Tejerazo". Ahora la amenaza es el
desmembramiento territorial. Los actuales gobernantes de Cataluña
han exacerbado el nacionalismo y pretenden independizarse del
resto de España.
El referéndum sobre la independencia no fue tal. En primer
lugar, carecía de validez. El Tribunal Constitucional había
suspendido la convocatoria a esa consulta, por considerarla
inconstitucional. Pero el presidente de la Generalitat, Carles
Puidgemont, siguió adelante con su iniciativa en abierto desafío al
orden jurídico.
Sin sustrato constitucional y declarado inválido, el referéndum
solo fue una consulta informal, mal organizada, sin boletas ni sobres
oficiales y sin efectivo control. El gobierno catalán anunció eufórico
que había votado por la independencia el 90% de los electores, pero
solo votó menos del 40% de la ciudadanía y, por otra parte, con los
defectos señalados ni siquiera puede saberse si ese resultado es
correcto o no.
Pero, como suele pasar en estos casos, las noticias no fueron
esas, sino la represión de la policía contra grupos de personas que
intentaban participar de esas ilegales elecciones. La televisión
difundió imágenes que exhibían un desmedido uso de la violencia
por parte de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, con el correr de
las horas muchas voces autorizadas pusieron en tela de juicio la
veracidad de esas imágenes. Entre ellas tuvo especial relieve la de
Alfonso Guerra, histórico dirigente socialista, vicepresidente de los
gobiernos encabezados por Felipe González e ideólogo durante
muchos años del PSOE.
Guerra sostuvo que el foco no debía ser puesto en la policía,
sino en quienes llevaban adelante actos sediciosos. “La gente se
escandaliza de las cargas policiales porque mentalmente aún viven
en la dictadura. El Estado sólo usa su fuerza legítima”. También
cuestionó –como lo hicieron después en una carta abierta muchos
dirigentes históricos del socialismo- al actual líder del PSOE, Pedro
Sánchez, por pedir la renuncia de la vicepresidente del gobierno
español por sospechas referidas a abusos policiales durante la
jornada del referéndum, en lugar de cerrar filas con ese gobierno,
aunque sea de otro partido, para defender la Constitución, el Estado
de Derecho y la integridad territorial de España.
También el Rey se mostró muy firme en un discurso en el que
acusó directamente a las autoridades catalanas de ponerse al
margen de la Constitución e impulsar el quiebre de los lazos de
solidaridad entre los españoles.
La exacerbación de las tendencias nacionalistas nunca es
buena. Con todas sus dificultades, el proceso democrático español
surgido luego de la muerte de Francisco Franco ha sido ejemplar.
Permitió la coexistencia pacífica y civilizada de diversas regiones,
lenguas e ideologías. Primó, sobre todo en los años fundacionales,
un elogiable espíritu de compromiso y de renuncia a las posturas
más extremas, como se advierte en la sanción de la Constitución de
1978 y en los Pactos de la Moncloa.
Se reclama a Rajoy el diálogo, saludable y esencial para la
democracia, pero el diálogo solo puede darse en el marco de la
Constitución. Esta puede incluso reformarse, pero mediante el
procedimiento que ella establece, no a través de conductas
sediciosas y extorsivas. También es absurda la solicitud de la
Generalitat a la Unión Europea para que medie entre Cataluña y
España. Mal podría hacerlo, porque para esa entidad regional
Cataluña es parte de España.
Hay bancos y empresas que ya se están marchando de
Cataluña, ante la inminente declaración unilateral de independencia
que se anuncia para las próximas horas. El gobierno español estaría
por aplicar el artículo 155 de la Constitución, que prevé la
suspensión de la autonomía de una región cuando esta no cumple las
obligaciones derivadas de los términos de esa autonomía. Sería un
instituto similar al de la intervención federal de nuestro sistema
constitucional, pero que nunca fue utilizado. Hay, además, aprestos
de tropas.
Ojalá que la sangre no llegue al río, que impere la cordura y
que España recupere el diálogo, que solo es fértil cuando se da
dentro de la Constitución y no contra ella.
Por Jorge R. Enríquez
Subsecretario de Justicia de la C.A.B.A.
@enriquezjorge
Subsecretario de Justicia de la C.A.B.A.
@enriquezjorge