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El 80% de las personas no presenta síntomas asociados. La decisión de operarlos debe tener en cuenta las características y condiciones personales del paciente.
Se sabe que, en la actualidad, los cálculos en la vesícula afectan al 15 % de la población en países occidentales y la incidencia aumenta con la edad. Por tal motivo es una de las consultas más frecuentes que recibe el cirujano general.
Ahora bien, ¿cómo se generan? El hígado es el encargado de fabricar la bilis y la almacena en la vesícula. La bilis es un detergente compuesto por agua y cristales que ayuda a realizar la digestión y a disolver los alimentos con grasa. Cuando se rompe el equilibrio entre los componentes de la bilis, se forma el barro y aparecen los cálculos.
En la mayoría de los casos, la aparición de los mismos puede estar relacionado a la mala alimentación, obesidad, baja actividad física, ayunos prolongados, edad avanzada y factores genéticos entre otros.
Para detectar este diagnóstico el método más eficaz es la realización de una ecografía abdominal qué seguramente será indicado por el médico que pudo haber sospechado de la presencia de cálculos vesiculares en una consulta previa.
Por lo general el paciente acude al profesional con síntomas que pueden indicar la existencia de cálculos. El más común es el cólico biliar, un dolor abdominal intermitente que se localiza en la zona subcostal derecha. Sin embargo, según la Asociación Argentina de Cirugía, aproximadamente el 80% de los pacientes no tiene síntomas asociados.
¿Qué pasa cuando se confirma el diagnóstico?
Una vez que se revalidan las sospechas aparece el interrogante. ¿Todos los pacientes deben operarse?
En la actualidad, muchas de las practicas médicas se basan en guías internacionales que determinan como se podría actuar frente a un paciente con una determinada enfermedad. De este modo, en líneas generales y los pacientes que tienen síntomas relacionados a los cálculos deberían ser operados para evitar complicaciones futuras. Mientras que aquellos que no presentan síntomas podrían controlarse.
Sin embargo, es muy importante personalizar el acto médico y entender que no todos los pacientes son iguales y pueden ubicarse dentro de estas guías. Para esto es fundamental establecer una comunicación entre cirujano y paciente para conocer algunas características personales. Es decir, a modo de ejemplo si un paciente tiene cálculos en la vesícula y no tiene síntomas, pero por su trabajo viaja mucho a destinos que no tienen Centros de Atención médica en los alrededores correspondería evaluar realizar la cirugía y extirpar la vesícula. De esta manera evitaríamos las complicaciones que se pudieran llegar a ocasionar en caso que el paciente presente síntomas durante un viaje.
En tanto, si el paciente es una persona de 90 años con problemas cardiológicos, que tiene cálculos en la vesícula que producen síntomas, pero mejora con la dieta es probable que ese paciente no sea operado para no enfrentar el riesgo de un posible evento cardiológico.
Hay que recordar que, en la actualidad, la colecistectomía (operación quirúrgica que extirpa la vesícula biliar) puede resolverse de forma segura y efectiva sin complicaciones ni consecuencias, permitiéndole al paciente reanudar sus actividades cotidianas en poco tiempo, siempre teniendo un control post operatorio de dieta, cuidados de la herida y otras cuestiones supervisadas por el equipo médico.
Mientras que aquellos que no presentan síntomas y aún no fueron operados podrán permanecer bajo tratamiento médico con conducta expectante. Es decir, deberán saber que esos cálculos existen y no desaparecerán y tendrán que conocer cuáles son los síntomas para saber cuándo consultar.
En conclusión, la decisión de operar a un paciente con cálculos en la vesícula o de indicar tratamiento con conducta expectante se debería tomar de forma personalizada con el cirujano correspondiente.
Asesoróel Dr. Ezequiel Silberman. MN 130484. Miembro de la Asociación Argentina de Cirugía. Médico Cirujano Hospital Británico. Consulte siempre a un médico.