lunes, 13 de mayo de 2024

Misa por los 50 años del asesinato del cura villero Carlos Mugica


sociedad

El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa por los 50 años del “martirio” del presbítero Carlos Mugica en el Luna Park, tras una marcha multitudinaria desde la catedral de Buenos Aires.


La Eucaristía fue concelebrada por el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano; el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea; el obispo de Quilmes, monseñor Carlos Tissera; el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García; el obispo de San Martín, monseñor Martín Fassi; el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Alejandro Giorgi, monseñor Oscar Miñarro, obispo auxiliar de Merlo-Moreno y cincuenta sacerdotes, muchos de ellos integrantes de la pastoral de las villas de emergencia.

En la homilía, monseñor García Cuerva recordó que, en 2007, los obispos latinoamericanos reunidos en Aparecida, Brasil, escribían: “Seamos misioneros del Evangelio no sólo con la palabra sino sobre todo con nuestra propia vida, entregándola en el servicio, inclusive hasta el martirio”.

“Hoy nos convoca recordar y hacer memoria agradecida de quien encarnó hace 50 años esas palabras; el padre Carlos Mugica, sacerdote de Cristo, del clero de Buenos Aires, pastor de la Iglesia que entregó su vida por Jesús y el Evangelio, jugándose por entero en la Argentina convulsionada y violenta de las décadas del sesenta y setenta”, contextualizó. “Queremos con los ojos limpios por las lágrimas de tanto llanto de nuestro pueblo por muchos fracasos, por promesas incumplidas y por una calidad de vida que se fue deteriorando a pasos agigantados a lo largo de estos cincuenta años, rezar juntos y hacerlo desde aquella oración de Mugica que conocemos y tiene aún tanta vigencia, ‘Meditación en la villa’, escrita por él en 1972”, expresó.

El arzobispo porteño hilvanó su reflexión con aquella meditación y reflexionó sobre algunos de esos conceptos: “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos, que parecen tener ocho años, tengan trece”; “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no”; “Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas de las que me puedo ir y ellos no”; y “Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo”.

“Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace huelga con su hambre”, prosiguió y completó: “Señor, perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan” y “Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí”. Monseñor Garcían Cuerva hizo hincapié en el concepto “ayúdame” y detalló: “sueño con morir por ellos”, “ayúdame a vivir para ellos” y “Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”.

“Al final de la ‘Meditación en la villa’, nuevamente, y desde lo más profundo de su corazón sacerdotal, el padre Carlos vuelve a decir al Señor: ‘Ayúdame’. Cincuenta años después, ayúdanos Señor a no bajar los brazos, ayúdanos a vivir como hermanos, ayúdanos a construir una Argentina grande, una Patria de hermanos, ayúdanos a no callar el anuncio del Evangelio, ayúdanos a seguirte con fidelidad y valentía como el padre Carlos Mugica, entregándonos hasta dar la vida”, concluyó. aica