opinión
Por la mañana acompañamos a un cliente con el lanzamiento de un producto en México. Al mediodía
compartimos un almuerzo de trabajo con colaboradores en Brasil, Colombia, Estados Unidos e Italia (para él
fue una merienda). Y por la tarde brindamos un media training para el CEO de una compañía en
Centroamérica. En nuestra actualidad laboral se rompieron las fronteras.
La virtualidad llegó para quedarse. Al menos en el corto plazo. Para muchas profesiones en general y, sin
duda, para las relaciones públicas en particular. La pandemia aceleró de manera vertiginosa un proceso de
transformación digital que, en otro contexto, hubiera demorado quizás unos cinco años en volverse una
parte cotidiana del día a día laboral.
Además de capitalizar el tiempo realizando reuniones ágiles a través de videollamadas, también
descubrimos la posibilidad de trabajar como equipo sin la necesidad de estar todos juntos en un mismo
espacio. Contar con el aporte de profesionales de diversas partes del mundo nos permite desarrollar ideas a
partir de la experiencia particular de cada uno y crear soluciones más innovadoras y omnicanales que en
ninguna otra etapa de nuestra historia.
Los cambios que trajo la tecnología también impactan en las rutinas de los clientes. La comunicación se
valorizó mucho. Los consumidores tienden a observar más cuál es el nombre propio de la persona más que
la marca, que antes hablaba a través de la publicidad tradicional o entrevistas en los medios. Hoy se
valorizan los líderes que hasta hace poco tiempo eran anónimos y de pronto tienen que dialogar 1 a 1 con
mensajes específicos de acuerdo con los intereses, gustos y preferencias de las diferentes audiencias, a
través de canales particulares, como la web, las redes sociales, las apps y los blogs. Dentro de este nuevo
paradigma omnicanal encontramos una gran oportunidad para consolidar los perfiles digitales de los líderes
del ámbito privado, potenciar su reputación y llevarla a un nuevo nivel.
Por supuesto, que hay cuestiones de la profesión que se mantienen estables, más allá de la revolución
tecnológica que estamos atravesando. Sobre todo en lo que se refiere a la esencia de las relaciones
públicas, que es fortalecer los vínculos: entre las personas y las empresas, entre las compañías y otras
instituciones, entre los líderes y la prensa. Este es un punto principal que se sostiene y que da muy buenos
resultados.
Todas las industrias se encuentran en constante evolución. Lo que hacíamos hace cinco años no es lo
mismo que haremos a futuro. Para estar al día con cada una de las principales novedades que vayan
surgiendo y a la altura de las nuevas necesidades comunicacionales, es fundamental capacitarnos de
manera permanente y contar con nuevos talentos. Así, estaremos listos, o mejor preparados, para
acompañar y crear los cambios de un futuro que nos espera con sorpresas que hoy ni siquiera podemos
imaginar.
Por Florencia Ranieri y Rafael Vincenti, Directores Sr. de Grupo Muchnik.