economía
Sesgos psicológicos como el exceso de confianza, la subestimación de la propagación de la epidemia y el comportamiento de la mente humana en términos probabilísticos suelen pasar desapercibidos. Por qué son resultan clave para que los consumidores, los inversores, las empresas y los Gobiernos salgan de la crisis actual con un enfoque estadístico a la gestión de riesgos más lúcido.
No parece posible a partir de los modelos de previsión disponibles en la actualidad cuantificar las repercusiones económicas a medio plazo del confinamiento que afecta actualmente a aproximadamente un 50 % de la población mundial. Los temores derivados de la escasa información fue uno de los principales catalizadores del desplome de los mercados bursátiles durante el pasado mes. ¿Qué esconde el componente psicológico que pudo haber motivado el comportamiento de los inversores? Desde Carmignac, firma europea independiente de gestión de activos con más de 30 años de experiencia en el mercado financiero, proponen pistas para entender las decisiones de los actores del sector.
“El exceso de confianza es uno de los sesgos que puede explicarlo. En la década de 1980, el economista Hyman Minsky expuso el argumento de que la estabilidad puede generar inestabilidad al alentar a los inversores a asumir riesgos excesivos. En la actualidad, difícilmente podemos evitar considerar la reacción extrema del mercado ante el brote de coronavirus como una suerte de «momento Minsky» tras una década de disminución generalizada de la volatilidad en los mercados bursátiles.” explica Didier Saint-Georges, miembro del Comité Estratégico de Inversión y Managing Director de Carmignac.
Un segundo sesgo puede tratarse de la subestimación del crecimiento exponencial de la pandemia, que hizo que no se tomaran medidas oportunas a tiempo. “Esto evidenció la falta de conocimientos suficientes sobre las implicaciones de una progresión geométrica, en lugar de aritmética. Es sencillo comprobar que, con una tasa de incremento diario del 25 %, el número de casos se triplicará cada cinco días y aumentará, por ejemplo, de 1.000 casos diarios a 30.000 al día en un plazo de dos semanas. No obstante, a la mente humana le cuesta conceptualizar este razonamiento. Ello explica por qué la mayoría de analistas, incluidos los inversores, subestimaron sistemáticamente la velocidad a la que se propagaba la epidemia y, por ende, no tomaron medidas a tiempo.” advierte el miembro del Comité Estratégico de Inversión y Managing Director de Carmignac.
El último sesgo implica las dificultades que tiene la mente humana a la hora de lidiar con riesgos inusuales desde el punto de vista estadístico. “Tratamos de prever la hipótesis más probable y, a continuación, determinamos un intervalo de confianza razonable en torno a esa hipótesis. Así, deducimos que podemos hacer caso omiso de aquello que nunca antes ha sucedido, o que constituye un fenómeno estadístico atípico y alejado de un intervalo de confianza determinado. El problema que plantea este sesgo es que deja fuera de la ecuación los acontecimientos anómalos que se materializan en contadas ocasiones pero que, cuando lo hacen, cambian por completo el escenario.” explica Didier Saint-Georges.
Esto deriva a la relación directa entre optimización y debilidad. La debilidad inherente a los mercados financieros —que constituye la contrapartida a la destacada rentabilidad que han registrado en la última década debido a la aplicación de políticas monetarias no convencionales— explica en gran medida por qué sucumbieron al embate del coronavirus. Los expertos de Carmignac indican que “duplicar las cadenas de suministro o evitar endeudarse pese a que los tipos de interés se sitúan en niveles mínimos desde hace una década no se hubiese considerado un comportamiento óptimo desde el prisma económico. Decantarse por estas opciones simplemente hubiese reducido la debilidad de los sistemas.” enfatiza Didier Saint-Georges.
Buscar refugio tras un desastre es propio de la naturaleza humana, lo que implica que los consumidores, los inversores, las empresas y los Gobiernos seguramente saldrán de la crisis actual con un enfoque estadístico a la gestión de riesgos más lúcido de cara a los próximos años. Sin embargo, “si todos los agentes económicos se decantan en esencia por seguir esta senda, los hogares tenderán a ahorrar más, la fabricación a costes reducidos, a relocalizarse, y el apalancamiento financiero, a quedar relegado al olvido. Tal vez ello establecerá unos cimientos más sólidos en la economía, pero el crecimiento se ralentizará, las empresas serán menos rentables y el desempeño de los mercados bursátiles, menos sobresaliente. En otras palabras: tendremos una economía más sólida, pero menos optimizada.” finaliza el miembro del Comité Estratégico de Inversión y Managing Director de Carmignac.