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Las lesiones por trauma dejan 1.200.000 víctimas fatales cada año en el mundo ¿Qué hay que hacer cuando suceden estos hechos?
La prevención y los primeros auxilios como factores fundamentales.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) estableció el tercer domingo de noviembre (esta vez será el 15 de noviembre) como el Día Mundial en recuerdo de las víctimas de accidentes de tránsito. Para recordar esta fecha, la Asociación Argentina de Cirugía comparte algunas consideraciones importantes sobre este tema. A diario, las noticias nos conmueven con escenas de muertes producidas por choques vehiculares, peatones, ciclistas o motociclistas. Pero, ¿es correcto utilizar la palabra accidente? Por definición “accidente es un suceso provocado por una acción violenta y repentina ocasionada por un agente externo involuntario, y que da lugar a una lesión corporal”, “condicionados por múltiples fenómenos de carácter imprevisible e incontrolable.” Por tanto, en la mayoría de los casos lo que vemos en las noticias no son accidentes. Si no que existe una causalidad en cada evento traumático que podría haber evitado las consecuencias. Se estima que las lesiones por trauma, a nivel mundial, dejan un saldo de 1.200.000 víctimas fatales cada año. La cifra es aún mayor - hasta 50.000.000 - si se considera las heridas por traumatismos en el espectro vial. El rango de edad más afectado se encuentra entre los 5 y 25 años.
Al analizar las muertes producidas por trauma existen tres picos de mortalidad. Un primer pico ocurre en aquellos casos que la muerte fue inmediata, debido a heridas gravísimas; un segundo pico que se produce en la primer atención médica donde los esfuerzos por reparar los daños en los primeros minutos del hecho no pueden controlarse a pesar de los esfuerzos de la asistencia médica. Un tercer pico está determinado por las complicaciones de las lesiones luego de semanas o meses del hecho traumático. Ahora, ¿cómo es posible romper esta cadena de sucesos y evitar más muertes?
Para poder alcanzar una posible solución es necesario cambiar de paradigma y pensar que ya no se trata de hablar de trauma como un hecho fortuito sino como la “enfermedad trauma”. Al definir una enfermedad debemos establecer las causas que la originan, las lesiones que la caracterizan, los tratamientos específicos que requiere y lo esencial: cuáles son las medidas de prevención que pueden aplicarse. Por tanto el trauma reúne todas estas condiciones para ser considerada otra enfermedad más del siglo XXI.
En Argentina, distintas asociaciones dedican su esfuerzo a brindar capacitación a médicos y enfermeros en atención de pacientes traumatizados. Existen sistemas de atención pre-hospitalaria que son reconocidos en el mundo por su profesionalidad. Aún así, aunque se cuente con sistemas pre-hospitalarios u hospitalarios de excelencia, los resultados favorables se verán reflejados solamente en el segundo y tercer pico de mortalidad. El primer pico no tiene la opción de asistencia médica. La única medida para modificarlo es la base de la medicina: la prevención.
La prevención requiere algo más que una campaña. Es la concientización de lo que pudiera suceder. El uso del casco, los cinturones de seguridad colocados correctamente o el respeto de las normas viales tanto para el conductor como para el peatón son algunas medidas. Asimismo, los sistemas de seguridad de los vehículos actuales como los “air-bags” son una gran medida de protección, pero sólo una más y no infalible. Una colisión frontal a 40 km por hora equivale a una caída libre desde más de un cuarto piso de un edificio. La sobrevida ante éste impacto es casi un milagro. Si los “air-bags” fueran útiles a altas velocidades, los autos de fórmula uno contarían con ellos.
Ahora bien ¿cómo podemos ayudar ante una situación de colisión vehicular? El primer objetivo es poder brindar ayuda sin exponerse, a riesgo de quedar involucrado en el siniestro. La prioridad es la seguridad de los que van a ayudar. Si la zona no es segura para acceder, sólo ingresan quienes están entrenados para esa tarea. Una colisión en la que se produzca un derrame de combustible es un ejemplo.
Por tanto, cuando ocurren estos hechos, la mejor manera de ayudar es garantizar la comunicación de lo que sucedió, para que la ayuda llegue lo más rápido posible. Paradójicamente, en éstas situaciones que todos quieren ayudar, todos suponen que alguien ya llamó a la ambulancia o los bomberos, pero nadie lo hizo. En las áreas urbanas la demora de llegada de ambulancia es menor a 7-10 minutos. El tiempo en la llegada de la ayuda no dependerá de la velocidad con que se traslada sino con el aviso tempano para que salga al rescate.
Entonces si bien la comunicación es una parte importante de la ayuda, es necesario tener algunas consideraciones antes de llamar. Además de conocer el número de emergencias que está difundido (911) puede que exista otro número de referencia para auxilios. En algunas rutas o autopistas las concesionarias informan con cartelería el número para contactarse en caso de urgencias. Antes de llamar, uno debe ubicar con precisión dónde se requiere que llegue la ayuda. En áreas urbanas indicar la calle y la altura puede ser suficiente, siempre y cuando quien informa conozca la zona. En las carreteras, la ruta y el kilometraje o en caso contrario alguna referencia que pueda localizar el sitio en cuestión: una estación de servicio, puente, cruce de arroyo, etc. El personal que asiste las llamadas de emergencias está entrenado para ello y formulará esas preguntas. No hay que llamar primero y buscar las referencias después. Cuando se comunique, además de indicar el lugar, informar si es posible, cuántas víctimas están involucradas o cuál es la característica del choque. Para el operador que recibe el llamado de ayuda, este dato es de gran valor ya que despachará al personal apropiado para que pueda, por ejemplo, manejar el derrame de materiales como inflamables, cáusticos, tóxicos, etc.
Luego de contactarse se puede dar el nombre y si es posible un número de contacto. Antes de cortar la comunicación, debemos asegurarnos que dimos toda la información necesaria.
Es importante saber que cualquier otro tipo de ayuda involucra conceptos de manejo de traumatizados que debe ser llevada a cabo con un entrenamiento y conocimiento previo. Todos tenemos un espíritu de voluntario para ayudar en estas situaciones. La diferencia entre ser voluntario o ser un “voluntarioso” es que el primero colabora, no se arriesga ni produce más daño y el voluntarioso, es todo lo contrario. Por eso es fundamental respetar estas consideraciones para llegar a un buen resultado.
Asesoró: Dr. Alejandro de Gracia- Coordinador Sección Trauma de la Asociación Argentina de Cirugía (MN 74021). Chairman Committee of Trauma American College of Surgeons.