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Comenzó en Ginebra, la 22ª sesión regular del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para esas garantías, Navi Pillay, subrayando la necesidad de reforzar los mecanismos internacionales para luchar contra los abusos atroces de los derechos fundamentales.
Pillay citó los genocidios de Rwanda, Bosnia y Herzegovina, las violaciones masivas de derechos fundamentales en Iraq y Sri Lanka y los crímenes de guerra cometidos en Afganistán, Congo, Mali y Siria.
“Debemos seguir fortaleciendo el sistema diseñado para tratar este tipo de crímenes y violaciones, y a aquellos que los cometen. Es también crítico que la comunidad internacional haga todo lo que pueda para prevenir que estas situaciones se desarrollen o empeoren”, dijo.
La Alta Comisionada también ha lamentado la represión que muchos defensores de los derechos humanos –como ONG, organizaciones nacionales o medios de comunicación– sufren al intentar denunciar las violaciones de los derechos fundamentales.
Por su parte, el presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Vuk Jeremic, aprovechó la jornada inaugural de esta reunión para destacar su gran preocupación por la que ha llamado “la tragedia humanitaria más grande de nuestros tiempos: el baño de sangre de Siria”.
Jeremic recordó que este conflicto ha dejado ya 70.000 muertos –la mayoría civiles–, 860.000 sirios refugiados y aún más desplazados, además de un 20% de la población sin acceso a combustible, electricidad, una línea de teléfono o a una fuente fiable de alimentos y de agua.
El presidente de la Asamblea General ha llamado a todas las partes de este conflicto a ponerle fin.
“Durante dos años la comunidad internacional ha fracasado en detener esto. Cesar las hostilidades debe ser nuestra gran prioridad. Existe la posibilidad patente de que la violencia siga aumentando. Como presidente de la Asamblea General hago un llamamiento a todas las partes de la guerra civil siria a acabar con esta violencia”, apuntó.