jueves, 5 de noviembre de 2015

El cerebro digital cumple 44 años


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El 15 de noviembre el llamado “cerebro digital” celebra su cumpleaños número 44

Esta fecha corresponde al día de 1971 en que fue presentado el primer microprocesador de la historia: el Intel 4004. En ese momento fue creado para darle “vida” a una calculadora japonesa, pero este hito se convirtió en el comienzo de la computación portátil y de todos los dispositivos digitales que hacen la vida más fácil. Aunque la mayoría de las personas nunca vio un microprocesador de cerca, están en innumerables cosas con las que interactúan a diario: portones eléctricos, cajeros automáticos, computadoras de escritorio, equipos All-in-One, tabletas, dispositivos 2en1, smartphones y relojes inteligentes. Pero nada de esto sería posible sin la existencia del microprocesador.

La ya famosa calculadora que el Intel 4004 hizo funcionar pertenecía a la compañía japonesa Busicom y su microprocesador fue desarrollado en las oficinas de la entonces joven Intel en California. Los responsables fueron Federico Faggin y Marcian Ted Hoff de Intel, junto al aporte de Masatoshi Shima de Busicom. Su lanzamiento hace 44 años significó la primera comercialización de un chip de este tipo en la historia. “El rápido desarrollo de los procesadores nos permite contar hoy con verdaderas computadoras que se pueden llevar en el bolsillo, como el Intel Compute Stick. La evolución en su diseño ha permitido contar con dispositivos de alto rendimiento, cada vez más eficientes y más pequeños”, señaló Mariela Bravo, Gerente de Consumo de Intel para Argentina.

¿Cómo fue posible esta masificación digital?

Una de las claves para que los microprocesadores se masificaran corresponde a la búsqueda de fabricantes como Intel por cumplir con la Ley de Moore, que fue creada por Gordon Moore, uno de los fundadores de la compañía. Esta ley establece que cada dos años aproximadamente se duplica el número de transistores en un microprocesador, en el mismo o menor espacio. Continuando con lo predicho por la Ley de Moore (que fue planteada en 1965, seis años antes de la presentación del microprocesador), hoy se nos permite hacer de casi cualquier objeto uno “inteligente” gracias a la adición de un chip digital.

Esto dio lugar en la actualidad a la llamada ‘Internet de las Cosas’, con infinidad de objetos o aparatos de uso diario que están permanentemente comunicados entre sí para funcionar mejor. Y en el futuro se tratará de todos. “Se puede añadir inteligencia a lugares que nadie imaginó nunca, como autos, casas, audífonos, lavarropas, timbres o lentes”, agregó Bravo. La tecnología actual presenta un panorama en que la potencia de los procesadores no sólo volverá “Smart” a ciudades enteras, sino que también se podrán tomar información para elaborar predicciones según la data que reciban de sus usuarios, comportándose más como lo haría un asistente que como una computadora personal, a través de robots u otras herramientas.

Y los avances en relación a la computación personal van más allá. Por ejemplo, tras el pasado Foro de Desarrolladores Intel (IDF), el director general Brian Krzanich explicó que la “sensificación” de la informática es la siguiente frontera de la innovación en cómputo. Intel anunció actualizaciones a la tecnología Intel® RealSense™, que permite detectar profundidad en las plataformas y dispositivos. Un ejemplo de sus nuevas aplicaciones es el proyecto de smartphone Intel RealSense, que además integra la tecnología Project Tango de Google. Todo para producir nuevas experiencias, incluyendo la navegación interior y el aprendizaje de área, los videojuegos de realidad virtual, el escaneo 3D y más.

Mientras tanto, los dispositivos continúan aumentando su potencia y reduciendo su tamaño. Gran parte de esto se debe a los avances que se han realizado en los procesadores, los cuales en espacios cada vez más pequeños logran hacer más cosas. Un caso icónico de esto es lo que se ha logrado con el nuevo chip Intel Curie, especialmente diseñado para wearables. Su tamaño es similar al botón de una camisa lo que permite que pueda estar siendo utilizado incluso dentro de colmenas de abejas con el objetivo de determinar la causa del fuerte descenso en la población de estos animales.