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El viernes 25 de abril fue el día Internacional de la Lucha Contra el Maltrato Infantil, la Presidenta del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, Guadalupe Tagliaferri, hace referencia en esta nota de opinión a los distintos tipos de maltrato de los que niñas y niños pueden padecer.
La mayoría de los adultos vemos como maltrato infantil sólo aquel comportamiento que supone violencia física. Y esa forma de maltrato corporal recibe, con toda justicia aunque no en la medida deseable, la reprobación social y legal correspondiente. Pero hay otras formas de maltrato como los gritos, los insultos y la indiferencia que, aunque no dejen marcas visibles en el cuerpo, lastiman la confianza, la seguridad y la autoestima, y afectan el desarrollo sano de nuestros hijos e hijas.
Todos los padres y madres nos vemos enfrentados diariamente a la difícil tarea de educar a nuestros hijos e hijas para que sean adultos plenos, felices y capaces de desarrollar todo su potencial. Pero en esa cotidianidad pasamos por alto formas de maltrato psicológico que están naturalizadas, incorporadas en el trato hacia nuestros hijos e hijas, sin advertir las consecuencias actuales y futuras que tienen y tendrán en los seres que más amamos.
Este tipo de maltrato, justamente por estar naturalizado, se vuelve invisible, pero no por ello deja de sentirse. Cuando les gritamos a nuestros hijos para que entiendan algo, no entienden, nos temen. Cuando los comparamos con otros chicos o chicas, no están comprendiendo su falta, se sienten disminuidos. Cuando los ridiculizamos, no están riéndose, se sienten humillados. Cuando los acusamos de “llorar como un bebé”, en realidad les transmitimos que no es bueno expresar cómo se sienten..
Cuando ponemos más énfasis en marcar sus errores que en felicitarlos por sus aciertos, estamos volviéndolos personas inseguras y con menos recursos internos para quererse y respetarse a lo largo de su vida. Cuando no los escuchamos, se sienten solos y desprotegidos.
No es lo mismo etiquetar a un chico de egoísta que explicarle la importancia de aprender a compartir. Porque es muy probable que de tanto repetirle que es egoísta, termine convirtiéndose en un adulto con incapacidad de compartir y de ponerse en el lugar del otro.
Sabemos que no fácil la tarea de ayudar a crecer a nuestros hijos e hijas. Señalar los límites, construirlos en conjunto, acompañar el desafío de aprender a vivir responsable y solidariamente, es sin duda nuestro más importante objetivo como mamás y papás. Por eso, es necesario que como adultos reflexionemos qué clase de modelo somos para nuestros hijos.