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Estas son estadísticas a nivel nacional. En Capital Federal, casi el 100% de los habitantes creen que, en la ciudad, hay un exceso de ruido. Lo mismo ocurre en otros puntos del país: el 74% de los santafesinos, casi el 70% de los cordobeses opinan que viven en una población ruidosa. El estrés que genera el exceso de ruido puede impactar en la salud, generando enfermedades cardiovasculares, del sistema endócrino e inmune.
El 80% de los argentinos opina que la población en la que vive es ruidosa. Según los resultados del Estudio sobre la Audición de la población argentina, realizado recientemente por GAES Centros Auditivos, el 80% de los encuestados considera que vive en una población ruidosa, mientras que el 48% afirma que le cuesta dormir por la noche, en mayor medida por los ruidos de la calle y los ladridos de los perros. Solamente el 1% de los argentinos utiliza tapones para dormir.
Diversos estudios han mostrado que existe una relación entre el estrés inducido por exposición al ruido y los niveles de cortisol, durante y después de la exposición. La regulación rítmica del cortisol –hormona que se libera ante situaciones estresantes- es un factor importante para sobrellevar de forma adecuada el estrés físico o psicológico. Las alteraciones producidas por estas situaciones suprimen algunos de los aspectos del sistema inmune. El estrés crónico, con la liberación continua de hormonas del estrés y otros factores aumentan el umbral en el que se activa la respuesta inmune, provocando una disminución de esta respuesta: esto produce debilidad frente a infecciones y eleva las chances de que virus puedan ingresar al organismo, y enfermarlo.
“Este modelo fisiológico se enriquece, complementa y es inseparable de un modelo más psicológico, en el que se contempla cómo el sujeto valora la importancia, el daño o la amenaza de un terminado factor de estrés (el ruido), el poder o capacidad de control sobre él y establece mejores estrategias de respuesta para afrontarlo”, explica Silvia Neto, fonoaudióloga y Gerente del Área Médica de GAES Centros Auditivos.
En este sentido, el ruido –entendido como un factor de estrés ambiental- puede intervenir en trastornos del sueño y del aprendizaje, la memoria, la motivación, la resolución de problemas y en el incremento de la irritabilidad y la agresividad. “Incluso cuando la persona consigue afrontar con éxito su respuesta frente a la exposición al ruido (adaptándose, vivenciándolo de forma menos negativa o generando respuestas, como protegerse activamente, luchar contra sus causas, etc.) ésta puede conllevar unos efectos secundarios que generan consecuencias negativas en la salud, interfiriendo con el bienestar del individuo. De hecho, el 24% de los encuestados manifestó que la exposición al ruido altera su estado de ánimo”, concluyó Neto.