opinión
Sabemos que en los temas relacionados con las nuevas tecnologías la cuestión de la seguridad ocupa un lugar central. Tanto las empresas como las oficinas del Estado cuentan con personal idóneo que controla permanentemente sus sistemas, y que se encuentra entrenado para responder ante cualquier incidente, ya sea accidental o fruto de un ataque intencional.
Pero ¿qué pasa en nuestros hogares? La gran mayoría de nosotros no tenemos conocimientos relativos a la seguridad informática y utilizamos estas herramientas de una forma más o menos eficiente, pero desconocemos qué hacer ante ese tipo de sucesos. Lo que antes nos parecía una especie de película de ciencia ficción hoy es realidad; amenazas por internet (especialmente en las redes sociales), daños por virus informático o estafas a través de la manipulación electrónica de cuentas bancarias son cada vez más frecuentes. Desde este espacio trato de referirme siempre a la prevención de estos hechos, pero cuando suceden y nos tienen como víctimas, debemos tener presentes algunas circunstancias que pueden contribuir a la investigación tendiente a descubrir a sus autores.
La primera recomendación es básica y aplicable a cualquier delito que debamos enfrentar, consiste en hacer la denuncia a la autoridad policial o judicial. En general, los emprendimientos privados en busca de la averiguación de los hechos y el “castigo de los culpables” no llegan a buen puerto. Tenemos que confiar en nuestras fuerzas de seguridad, especialmente en materia de investigación de hechos cometidos a través de medios tecnológicos, dónde pueden exhibir gran profesionalismo y dedicación.
En segundo lugar, y en una breve aproximación al tema, quiero resaltar que debemos tomar conciencia que así como el delito se comete a través del sistema informático, su prueba queda grabada en él y allí es donde el investigador va a ir a buscarla. Si uno imprime el texto del email donde está la amenaza y pretende que el papel sirva de prueba, comete un error ya que ese texto es modificable y por lo tanto, no nos brinda la seguridad de su contenido. Muchas veces las víctimas de estos hechos, en especial los que tienen que ver con la esfera más íntima, borra de su computadora el mansaje o texto en cuestión, o lo reenvía a otra cuenta que consulta menos, y estas acciones provocan la eliminación de la prueba o su alteración. No debemos modificar la información que está en nuestros dispositivos y que tenga vinculación con el delito que nos ha afectado. Los investigadores deben encontrar esa información tal cual la hemos recibido ya que así tendrán una mejor oportunidad de extraer los datos de la máquina desde la que se ha cometido el hecho (fundamentalmente la conocida dirección IP del remitente).
Pensemos, para finalizar, que denunciar los delitos contribuye a la posibilidad de su esclarecimiento y también a poder contar con estadísticas cada vez más reales sobre su creciente comisión.
Por Ricardo Saenz
Fiscal 2.0
+ info en www.ricardosaenz.com.ar · @saenzricardo
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