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Los argentinos están menos satisfechos de lo que expresan respecto de su bienestar. Así lo revela el Índice Philips, un estudio que mide el grado de satisfacción general respecto a varios factores de salud y bienestar, ponderados por la importancia atribuida a cada uno.
Por primera vez en Argentina, Philips realizó una investigación que ofrece una perspectiva sobre cómo los argentinos perciben su propio estado de salud y bienestar. Según el informe final, el 77% de la población afirma tener un nivel general de bienestar bueno o muy bueno; sin embargo, ese porcentaje se reduce a 53 cuando se toman en cuenta percepciones desagregadas hacia aspectos particulares de salud, entorno, trabajo y familia. Los resultados del estudio indican que los factores que más estrés generan son los de índole económica (sueldo, costo de vida, capacidad de ahorro) mientras que los que más contribuyen a incrementar la sensación de bienestar son los vinculados con la familia y los amigos. El Índice también arrojó datos interesantes sobre los hábitos y actitudes de los argentinos en relación al cuidado de su salud: por ejemplo, el 93% cree que estar saludables depende de sí mismos; sin embargo, cerca del 40% admite ir al médico para una revisión general menos de una vez al año.
Según el estudio, la salud física de los miembros de la familia es lo que más impacta sobre la sensación de salud y bienestar de los argentinos; el 68% de la gente afirmó que existe una relación entre estos aspectos. Además, el 66% señaló que pasar tiempo con sus seres queridos ayuda a incrementar su sensación de bienestar. Según los datos, estos factores tienen mucha más injerencia que otros tales como el rendimiento en el trabajo (sólo el 38% lo juzgó trascendente) y la relación con jefes y colegas (apenas el 28% le atribuyó relevancia).
A nivel global, la importancia otorgada por los argentinos a pasar tiempo con los seres queridos como modo de incrementar la sensación de bienestar se compara con valores hallados en Brasil (68%), Francia (64%) y Holanda (64%), aunque está lejos de los resultados de países como Alemania y Portugal, donde más del 90% de la población se manifestó en ese sentido. Los porcentajes más bajos se registraron en Australia (39%) y Corea (28%).
El 93% de los encuestados indicaron que su salud dependía de sí mismos; sin embargo, estas respuestas no se condijeron con los hábitos declarados. El 35% confesó ir al médico para un chequeo general menos de una vez al año, la periodicidad habitualmente recomendada para una revisión. Además, cerca de la mitad admitió hacer actividad física menos de una vez al mes y el 40% consideró tener sobrepeso. Estos factores van en detrimento del estado de bienestar ya que una calidad de vida óptima requiere una alimentación saludable, chequeos médicos habituales y actividad física regular.
Al ser consultados sobre la primera fuente a la que recurren cuando están preocupados por su salud, los argentinos destacaron a los médicos (59%), seguidos –de lejos- por familiares y amigos (30%). Contrariamente a lo que podría creerse, sólo el 3% mencionó a Internet como la referencia en estos casos, a diferencia de lo que sucede en países como Japón o Suecia, en los que más del 40% de la población señaló a la web como primera fuente de consulta.
Cerca de la mitad de los argentinos (47%) confía en que vivirá más años que sus padres, el 28% cree que vivirá el mismo tiempo y sólo el 4% piensa que vivirá menos. Esta mirada positiva sobre la esperanza de vida es similar a la registrada en Dinamarca, Estados Unidos o España, donde los porcentajes de personas confiadas en vivir más años que sus progenitores también alcanzó valores de 46% y 47%. Los números más bajos se registraron en Egipto (sólo el 11% se mostró confiado en superar el tiempo de vida de sus padres), Turquía (14%) y Japón (16%).
El estudio también indica que los argentinos confían en el impacto positivo que la tecnología médica tendrá sobre sus vidas: un 70% cree que para cuando llegue a una edad que implique graves problemas de salud, la tecnología médica habrá avanzado tanto que dichos problemas no lo afectarán. En esta línea, la población consideró que dos de los aspectos en los que la vida fue positivamente transformada por la tecnología fueron el del diagnóstico y el del tratamiento médico (88% y 86% respectivamente).
Según el estudio, el 44% de la población está algo, bastante o muy estresada. Entre los factores que influyen sobre esa sensación se destacan los de índole económica: más del 70% afirmó verse afectado por la preocupación de tener suficiente dinero para pagar las facturas (72%) y para ahorrar para el futuro (65%), mientras que el 69% afirmó que el estrés que siente tiene que ver con “la economía”. El valor de este último indicador dobla el registrado en países como Suecia (35%), Japón (35%) o Brasil (36%).
En esta línea, los atributos en los que se registraron mayores diferencias entre importancia y grado de satisfacción tuvieron que ver con lo económico: el 74% afirmó que su nivel de ingreso es importante pero sólo el 54% se mostró satisfecho con el mismo, mientras que el costo de vida fue considerado relevante por el 92% y sólo el 37% se mostró conforme.
Otro de los factores que influye sobre el estrés de los argentinos es la inseguridad: más de la mitad (56%) afirmó verse afectado por la posibilidad de ser víctima de un crimen. Además, al ser consultados sobre las cuestiones relevantes al momento de elegir una ciudad para vivir, la población atribuyó gran importancia a la seguridad (94%). Los otros aspectos destacados fueron la cercanía a hospitales (96%), la recolección de residuos (95%) y el acceso a facilidades sanitarias (94%).
El Índice Philips se enmarca en la estrategia de Sustentabilidad de la compañía que tiene como objetivo desarrollar productos tecnológicos y proyectos que contribuyan al bienestar de la sociedad, mejorando significativamente su calidad de vida. Para ello, Philips procura escuchar las necesidades y anhelos de las personas a través de iniciativas como el Índice; facilitar el compromiso entre gobierno, sociedad civil, empresas y ciudadanos y, finalmente, crear soluciones que generen un impacto positivo en la vida de las personas.