miércoles, 19 de febrero de 2014

Cómo enfrentar el estrés post-vacacional


sociedad

Para muchos ya se terminaron las vacaciones y comienza el año laboral. Pero en general, luego de este segmento de descanso, la mayoría de las personas sufren algún tipo de angustia o añoranza por el ocio perdido.

El panorama cambia cuando esa “añoranza”, se transforma en algo más: depresión, nerviosismo generalizado, irritabilidad, ansiedad, y hasta a veces, sintomatología física que acompaña, lo cual impide continuar con la vida normal.

Según un informe del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) es este el período en que se nota un crecimiento de las consultas de pacientes que padecen cuadros de Trastornos de Ansiedad tras volver de sus vacaciones.

“Hoy día, es más que frecuente encontrar en nuestras consultas a pacientes que explican que su problema comenzó un tiempo luego de las vacaciones, que están nerviosos, angustiados y sobresaltados, todo les preocupa, transpiran mucho, tienen taquicardia y problemas para dormir. En ciertos casos, acompañan del relato de una crisis de pánico, como corolario”, explica la Lic Gabriela Martínez Castro, Directora del CEETA.

Esto se da porque durante el período de descanso cambia nuestra rutina, nuestra alimentación, nos levantamos más tardes, nos acostamos luego de la hora acostumbrada, etc. Luego, una vez en la rutina diaria, cuesta retomar el ritmo habitual del resto del año

Para mitigar o evitar de la mejor manera posible el estrés post vacacional CEETA brinda algunas recomendaciones: equilibrar en la agenda las horas de sueño, tener una alimentación balanceada, tiempo de ocio y recreación, fijar períodos de tiempo dedicado al trabajo, estudio o demás obligaciones, y hacer ejercicio al menos tres veces a la semana. En el orden de lo posible, tomar periodos cortos de descanso durante el año.

También es recomendable resolver los problemas de a uno, dividiendo cada uno en diversos ordenes de complejidad, proponiendo una alternativa de solución para cada uno, eligiendo la opción más realista posible, o aprendiendo a aceptar que dicho problema no posee solución.

Es necesario cambiar la visión negativa o catastrófica sobre los acontecimientos por suceder, reemplazando esa mirada, por otra más realista y mesurada a la hora de evaluar la realidad. Y siempre recordar que no hay que intentar controlarlo todo, de hecho, es una tarea utópica 

“En el caso no lograr manejar adecuadamente la situación de estrés, es aconsejable no perder tiempo y evitar que el cuadro avance, ya que puede resultar incapacitante para quien lo padece. Es aconsejable consultar a un experto en la materia, dado que con la terapia cognitivo-conductual (tratamiento de elección), se hace posible obtener el alta en pocos meses”, concluyó la Licenciada Martínez Castro. 

Los trastornos de ansiedad son variados, pero en lo que al estrés post-vacacional se refiere, dos de ellos son los que se destacan: Por un lado está el Trastorno de Pánico, que consiste en padecer una crisis inesperada y repentina, que alcanza su máxima intensidad a los 10 minutos de haber comenzado, acompañada de algunos síntomas físicos como la taquicardia, temblores, sudoración, visión borrosa mareos u sensación de inestabilidad, dificultades gastrointestinales, sensación de ahogo y de un intenso terror a morir, perder el control o volverse loco. 

“En general la persona teme volver a padecer otra crisis, y por tal motivo, va restringiendo las actividades de su vida cotidiana, hasta quedar incapacitado por el miedo, y bajo la dependencia de otros, por temor a necesitar recibir ayuda en caso de una nueva crisis”, agrega la Lic. Martínez Castro. Otro tipo, es el trastorno de ansiedad generalizada, se trata de una preocupación excesiva, por diferentes temáticas que pueden ser o no graves, reconociendo que la magnitud de la preocupación sobrepasa los motivos que la suscitan, sin lograr controlarla., además de no poder jerarquizar adecuadamente el orden de importancia de los problemas que lo preocupan. Quien lo padece, vive sobresaltado, irritable, fatigado, con dificultades en el sueño, temblores, sudoración, sensación de ahogo o atragantamiento, palpitaciones problemas gastrointestinales , hasta puede padecer una crisis de pánico. 

“Es altamente probable desencadenar un trastorno de ansiedad generalizada luego de un período de descanso, como lo son las vacaciones, cuando el individuo vuelve a tomar contacto con las obligaciones cotidianas, puesto que la preocupación indiscriminada por todas las temáticas, está al acecho. Este tipo de trastorno podría ser el que mayor merece el nombre de “estrés post-vacacional”, asegura Martínez Castro. Cabe destacar, que no cualquier persona puede sufrir de Trastorno de Ansiedad Generalizada, sino aquellas que tengan predisposición genética para hacerlo, además de haber crecido dentro de un entorno temeroso, sobre protector y ansioso. También, por último, disponer de un elemento estresante que desencadene la enfermedad.