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Myriam Bregman, abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, del PTS y de la querella en el juicio de la Escuela de Mecánica de la Armada, se refirió a Jorge Mario Bergoglio, recientemente elegido por el Vaticano como Papa Francisco. Durante uno de los juicios a los militares genocidas de la ESMA (desarrollado entre los años 2010 y 2011), Bregman representó a Patricia Walsh, hija del periodista y escritor desaparecido Rodolfo Walsh, y tuvo la oportunidad de interrogar al entonces arzobispo primado de Buenos Aires Jorge Bergoglio. Fue una de las abogadas que exigió al Tribunal que lo cite a declarar en calidad de testigo a partir de la denuncia hecha por la catequista María Elena Funes, quien lo acusó de facilitar el secuestro de los curas jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio, que integraban la misma orden que Bergoglio.
Sobre aquel suceso, la abogada relató: “Contrariamente a la imagen que hoy se da de él como una persona humilde, Bergoglio no tuvo empacho en utilizar todos los privilegios que le daba su investidura, negándose a ir a declarar como cualquier persona a los Tribunales, por lo que se hizo trasladar todo el juicio a la sede de la Curia en Buenos Aires y tuvimos que hacer el interrogatorio allí mismo. Durante su declaración, el hoy Papa contestó con evasivas y contradijo lo que había dicho la testigo anterior. Trató de hacer una defensa formal de su accionar durante el período que duró el secuestro de los curas jesuitas por parte de los militares, afirmando que al enterarse que habían sido secuestrados se lo informó a sus superiores. Hizo también algunas afirmaciones muy graves, como que dos o tres días después de haberse perpetrado este secuestro él ya sabía que estaban en la ESMA. Algo que hasta el día de hoy ni muchas Madres de Plaza de Mayo saben respecto de sus hijos, a pesar de su intensa búsqueda. ¿Cómo se enteró? Relató que se entrevistó con Videla y Massera, pero bastante tiempo después. También reconoció que cuando Jalics y Yorio fueron liberados le contaron que quedaba gente secuestrada en la ESMA, y aun así hizo nada”.
Pero lo que recuerda con mayor detalles la abogada Myriam Bregman de aquel interrogatorio es cuando le preguntó sobre la apropiación bebés durante la dictadura: “Jamás olvidaré la cara que puso Bergoglio cuando le preguntamos por los niños apropiados [...]. contestó que se había enterado hace poco, hace unos diez años, o sea, en el 2000, cuando toda la sociedad sabía de la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo al menos desde el año 1983, y algunos familiares de La Plata afirman que conoce el caso de Ana Libertad Baratti de La Cuadra desde 1977”.
Por último, Bregman señaló: “La actitud reticente de Bergoglio a contestar y lo acotado de sus respuestas en aquel entonces tuvo coherencia con la línea de silencio y ocultamiento adoptada por la jerarquía eclesiástica durante todos los años posteriores a la dictadura, negándose sistemáticamente a aportar archivos y documentos con que cuentan. Es parte de la política de la cúpula de la Iglesia Católica, que bendijo y colaboró directamente con la dictadura iniciada en Argentina en 1976. No me extraña que a sacerdotes como Christian Von Wernich, que están condenados por ser autores del genocidio, del plan de tortura y exterminio de la dictadura, no se los haya excomulgado y puedan seguir dando misa como cualquier otro cura. Lo mismo sucedió con el cura Grassi, condenado por abusar de niños, y por cuya expulsión la Iglesia que Bergoglio comandaba hasta ayer no movió un dedo. Nadie puede negar que el hoy Papa Francisco I encubrió a genocidas y pederastras en las filas de la Iglesia”.