lunes, 31 de octubre de 2011

Aconsejan transformar el crecimiento en desarrollo económico y social


economía


A pesar del decrecimiento económico mundial, la economía de América Latina y del Caribe creció un 5.9% en 2010 y se espera que alcance el 4.4% este año. Para garantizar el progreso continuo, la región tiene que transformar ahora ese crecimiento en desarrollo económico y social sostenible, tal y como lo afirma la nueva publicación Perspectivas Económicas de América Latina, presentada por la OCDE y la CEPAL en la XXI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebra en Asunción.

Como ha indicado Angel Gurría, Secretario General de la OCDE, “los países con un elevado crecimiento económico deberían aprovechar esta oportunidad y llevar a cabo las reformas estructurales y sociales necesarias para garantizar un desarrollo sostenible. Los Gobiernos de América Latina y del Caribe deberían capitalizar los logros recientes para afrontar otros desafíos a corto y largo plazo, tales como la diversificación de sus economías, la instauración de reformas fiscales y la prestación de mejores servicios a sus ciudadanos, centrándose especialmente en la educación, las infraestructuras y la promoción de la innovación”.

La publicación Perspectivas Económicas de América Latina 2012 recomienda que la región adopte nuevas políticas para mejorar la competitividad y la diversificación económica. Los sectores intensivos en recursos naturales siguen representando el 60% del valor agregado manufacturero total en América Latina, y los bienes primarios y productos manufacturados basados en recursos naturales representan más del 50% de las exportaciones de la región. Teniendo en cuenta que uno de cada tres latinoamericanos vive debajo de la línea de pobreza –180 millones de personas– y que 10 economías de la región continúan estando entre las 15 más desiguales del mundo, una economía más diversificada y productiva es esencial para mantener y mejorar el crecimiento, así como para reducir la desigualdad.

A pesar del innegable progreso de la gestión macroeconómica y de la capacidad de atraer inversión extranjera, las economías latinoamericanas y caribeñas siguen siendo vulnerables a los altibajos de la volatilidad, la inflación y las fluctuaciones monetarias de la economía mundial. A corto plazo, los Estados de América Latina y del Caribe deben ampliar su espacio fiscal para poder reaccionar ante los reveses procedentes de los mercados internacionales.

Los Estados de la región deberán encarar asimismo desafíos a largo plazo y cuestiones estructurales. Por ejemplo, en 2008, la recaudación tributaria en América Latina representó el 19% del PIB, apenas más de la mitad del 35% recaudado en promedio en la OCDE. Incrementar el nivel de ingresos tributarios permitiría a los Gobiernos latinoamericanos invertir más y mejorar los servicios públicos.

El informe indica, además, que la región debería promover también una gestión pública más transparente. Como señala Alicia Bárcena Ibarra, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, “las economías de América Latina y del Caribe han mostrado una significativa resistencia ante la crisis económica y su recuperación ha sido más rápida que la de otras regiones. Para consolidar esos logros y emprender acciones concretas, la región deberá fomentar nuevos modelos de gobernanza, mayor institucionalidad y políticas públicas capaces de movilizar a un amplio conjunto de actores”.

Por otra parte, aunque la calidad de la educación ha mejorado, las brechas aún son elevadas. La prueba PISA de la OCDE muestra que casi el 50% de los estudiantes de secundaria de América Latina no alcanza los niveles mínimos aceptables en lectura, mientras que en el promedio de la OCDE esta proporción es menor al 20%. Para acortar diferencias, los países de la región deberán garantizar una educación primaria de excelente calidad y un acceso equitativo a la educación secundaria y terciaria.

Además, con el fin de mejorar la eficiencia de sus sectores de transporte y energía, la región deberá incrementar la coordinación entre las agencias y los diversos niveles de gobierno, así como mejorar los acuerdos alcanzados con el sector privado.

Por último, la baja productividad y la debilidad de los sistemas nacionales de innovación siguen siendo problemas persistentes en la región. La reciente creación de nuevos ministerios y agencias dedicados a la innovación en Argentina, Brasil y Chile constituye un claro signo de progreso, pero es preciso formular políticas más activas y mejor coordinadas en este ámbito.