opinión · política
El 24 de marzo de 1976 se inició la etapa más trágica de la historia argentina. Fueron las máximas autoridades de las Fuerzas Armadas junto al descalabro del gobierno peronista las que dieron comienzo a la más cruenta de las dictaduras militares.
Decenas de miles de exiliados, asesinados, niños apropiados y desaparecidos dan cuenta del daño irreparable que el ejercicio salvaje del poder generó durante el período 1976/1983.
El desmantelamiento del aparato productivo, la corrupción en la administración de la cosa pública, la censura, la destrucción de la universidad pública y el galopante endeudamiento externo, también fueron signo distintivo de los gobiernos de las distintas juntas militares que se sucedieron con la connivencia de los sectores más reaccionarios de la sociedad.
El doloroso desastre de Malvinas y la presión social y política que se inició con la movilización del 30 de marzo de 1982, lograron generar el clima de fin de época que llevó a las elecciones generales del 30 de octubre donde la UCR obtuvo el 52% de los sufragios.
Fue entonces la férrea decisión del primer presidente constitucional de este definitivo período democrático en la Argentina, el doctor Raúl Alfonsín, de derogar la “autoamnistía” y llevar ante el banquillo de los acusados a los integrantes de las juntas militares, la que permitió recuperar el respeto internacional.
Fue una Cámara compuesta por hombres que provenían del Poder Judicial, la que en una decisión única hasta el momento en la historia mundial, los condenó por los delitos aberrantes que habían cometido hacía escaso tiempo.
Hoy a 34 años de aquella nefasta jornada, los radicales porteños reafirmamos nuestro compromiso con la construcción de una democracia social de profundo contenido progresista. Tomando el legado y en la memoria de Mario Amaya; Ángel Pisarello; Felipe Rodríguez Araya y Sergio Karakachoff; radicales ellos y víctimas de la hora mas nefasta de la historia argentina.
Carlos Mas Velez
Presidente UCR Capital
