opinión
Todos los niños atraviesan esta etapa y sus temores van cambiando a lo largo de la infancia. Claves para tranquilizarlos a la hora de visitar al pediatra.
El miedo al doctor es un sentimiento normal que se va perdiendo con la confianza. La mayoría de los niños en algún momento lo experimenta y luego, en un trabajo conjunto del pediatra y los padres, lo van perdiendo. Es así que la mayoría de los niños logran ir contentos y reconocer por el nombre a su pediatra. La forma en que los adultos respondan a la ansiedad del niño, frente a circunstancias como la visita al pediatra, facilitará o no su adaptación. Si esto no se logra no hay que ignorarlo ni subestimarlo. Deben conversarlo con su pediatra para acompañarlo y brindarle confianza
Para poder comprender mejor los miedos de los niños hay que tener en cuenta cuáles son sus miedos, ya que estos cambian según la edad:
-Hasta los 6 meses temen a estímulos sensoriales intensos. Aproximadamente entre los 6 y 8 meses presentan ansiedad de separación. Entre los 12 y 18 meses continúan con algunas ansiedades de separación, ya que descubre que es un ser autónomo y cuando interactúa con otras personas piensa que lo van a dejar abandonado.
-De 2 a 3 años tiene miedos específicos de tipo ambiental, como a los truenos y relámpagos, al fuego, al agua, a la oscuridad y a las pesadillas. Lloran, se aferran, buscan seguridad y contacto físico. Tienen terrores nocturnos.
-De 4 a 5 años le temen a la muerte.
Conocer estos períodos nos permite ser preventivos. En las primeras etapas vamos a ser muy suaves en los movimientos, en un ambiente cálido y silencioso.
En el niño mayor vamos a ir ganando su confianza mientras esté con su mamá, jugando con él, mostrándole los elementos con los que lo vamos a revisar y luego lo vamos a ir revisando. En el niño mayor es más sencillo, ya que conversamos con él de temas de su interés, y luego le explicamos que lo vamos a revisar.
¿Qué hacemos los pediatras para ayudarlos a superar sus miedos?
-Tratamos de crear un ambiente amable y cálido. Los consultorios suelen ser divertidos y de colores. Tratamos de usar guardapolvos con detalles de colores. Jugamos con los niños pequeños antes de desvestirlos y charlamos con los niños mayores. Tratamos de generar un lazo, sobretodo en las primeras consultas.
-En las subsiguientes sostenemos este lazo creado. Por eso es tan importante el pediatra de cabecera, ya que el niño reconoce y tiene confianza a su pediatra. Permite que éste le realice el examen físico sin temor.
-Si necesitamos hacer alguna maniobra que pueda generar molestias o dolor debemos advertirle al niño que tenga la capacidad de comprenderla, para que no pierda la confianza en nosotros, explicándoles que es necesaria para su bienestar.
-Cuidamos el ambiente, el tono de voz. A los niños pequeños los tomamos de las manitos, sentimos cómo esto les da confianza, se van relajando.
-A los niños más grandes les tranquiliza encontrarse con los mismos juguetes y nos dirigimos a ellos por su nombre.
-Creo que nuestra estrategia más importante es el vínculo que tenemos con nuestros pacientes a través de las consultas.
Consejos para los padres:
-Siempre contarles que van a ir al pediatra.
-Nunca amenazarlo previo a la consulta.
-Referirse al pediatra por el nombre, para que les resulte más amigable.
-No enojarse con el niño, tranquilizarlo para dejar que lo revisen.
-El juego ayuda mucho. Pueden jugar con el niño al doctor, en el mercado hay muchos juguetes divertidos que les permitiera tomar confianza previa a la consulta.
-No sobreprotegerlos para no trasmitirles la sensación de que la consulta pediátrica es algo malo.
-Armar un programa divertido luego de la consulta al pediatra.
Por Dra. María Carmen Di Fabio
Médica pediatra Fundación Hospitalaria
M.N. 74318