opinión
El día de hoy nos encuentra debatiendo sobre las víctimas del terrorismo de los 70, a partir de las declaraciones del funcionario carapintada Juan José Gómez Centurión, Victoria Villarruel y otros negadores del terrorismo de Estado. Son acríticos del Proceso, que también promueven juzgar a los guerrilleros.
Cierto es que falta completar la memoria colectiva con los muertos por el terrorismo, y que algunos reivindican a los desaparecidos como héroes, cuando sólo fueron víctimas y, varios, también victimarios.
Pero el principal responsable de no haber juzgado a la guerrilla fue la propia dictadura. Tenían acceso a los juzgados, las pruebas y la información sobre los responsables de los ataques terroristas, pero no quisieron que hubiera justicia. Buscaban meter miedo y aniquilar toda oposición, toda resistencia, toda disidencia, ya sea armada o pacífica. Borrarla, desaparecerla del mapa.
Los muertos son todos iguales, las víctimas también, pero cuando falta el cadáver, el dolor no tiene un cuerpo a dónde dirigirse. La otra gran diferencia es el victimario. Terrorismo no es igual que terrorismo de Estado. El segundo se ejecuta con todos los recursos y al amparo de la impunidad que da el poder estatal. Esa es una de las razones por las que el delito no prescribe.
Por Ricardo Fuentes
fuentesric@yahoo.com.ar
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