sociedad
Cuando pasadas las siete caía la tarde en la Ciudad de Oberá, el tiempo pareció detenerse para celebrar la alquimia perfecta entre viento y temperatura, requisito indispensable para que el Globo Aerostático se elevara ante nosotros.
El ventilador inicia el rito del inflado de la tela, se empieza a palpitar la emoción, es como ver despertar a un gigante dormido, sus cómplices somos todos. El piloto Carlos Niebhur y su equipo miran las copas de los árboles para entender los giros del viento. Internet informa, pero nada parece equipararse con la observación detenida de alguna que otra nube que había en el cielo y el juego de las hojas en lo más alto de los árboles.
Grandes y chicos empiezan a vivenciar algo único, extraño a nuestros ojos, pero que sin duda seduce y mucho. Cuando se acerca el momento, el quemador se hace presente, los estruendos avizoran que ya se acerca el momento del vuelo, parece increíble ver la barquilla y la tela preparándose para el vuelo.
Todos sentimos expectativas y deseos de volar en distinta medida, pero la idea de abandonarse al viento a todos nos tienta por igual. El dejarse llevar y permitirse alejar los pies de la tierra por un rato, son las condiciones requeridas para ser pasajero y subir a la barquilla con el piloto.
Sin casi darnos cuenta se produce el despegue, ya están en vuelo, en tierra las caras de asombro se reproducen y parecen no alcanzar cámaras y teléfonos para registrar el momento.
Dos aventuras en una, para los que vuelan: placer, fluir y goce mientras el piloto busca un claro en el monte para aterrizar, ayer hubo que tirar el “jamón” y pedir ayuda a unos vecinos para que guíen el globo hasta el lugar elegido. La otra aventura, es la que viven los entusiastas que desde el lugar de partida siguen con sus vehículos al globo, tratando de encontrar caminos para el rescate antes que el gigante empiece su momento de letargo.
Hay que enrollar la vela, rescatistas aun no llegan pero hay manos de vecinos y curiosos que se suman no importa si hay títulos, zapatillas en los pies o plato de comida en la mesa… ahí todos somos un equipo que busca el mismo objetivo, parece que el globo despierta en nosotros algo que muchas veces ni nos damos cuenta que tenemos. Quedan más vuelos en globo en San Vicente, Eldorado e Iguazú donde seguramente algunas de estas experiencias se recreen.
El Arq. Mauricio Forni y la Lic. Eleonor Fernández reafirman “organizar actividades como ésta no es tarea sencilla, sólo se logra cuando se suman actores del sector público y privado, pero seguimos convencidos que el camino es seguir generando actividades lúdico recreativas que se incorporen a la oferta de Misiones y enriquezcan las posibilidades de uso del tiempo libre de residentes y extienda la estadía de visitantes, ello favorecerá sin duda una mejor calidad de vida y el enriquecimiento del tejido económico y social".