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En pocos días comienza el mundial de fútbol y muchos han planificado su viaje a Sudáfrica para alentar a la Selección. Es obligatorio, para ingresar a ese país, vacunarse contra la fiebre amarilla al menos 10 días antes del viaje.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados. Se calcula que cada año se producen en el mundo 200.000 casos de fiebre amarilla que causan aproximadamente 30.000 muertes.
Esta enfermedad, cuyo nombre alude a la ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas debida a un aumento de la bilirrubina) que presentan algunos pacientes, es causada por un virus endémico de las zonas tropicales de África y América Latina, en donde hay 45 países endémicos con un total de 900 millones de habitantes en riesgo. En África hay 32 países en riesgo, con una población estimada de 508 millones de habitantes y el resto de la población en riesgo se encuentra en 13 países latinoamericanos, entre los que destacan por su mayor riesgo Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú. En la Argentina , las zonas consideradas "de riesgo" son las provincias de Misiones y Formosa, en toda su extensión; y algunos departamentos de Corrientes, Jujuy y Salta.
El número de casos de fiebre amarilla ha aumentado en los últimos 20 años debido a la disminución de la inmunidad de la población por la insuficiente tasa de cobertura de la vacunación, la deforestación, la urbanización, los movimientos de población y el cambio climático.
La principal vía de transmisión son los mosquitos, que pasan el virus de un huésped a otro, principalmente entre monos, pero también del mono al hombre y de una persona a otra. El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas, ya que puede confundirse con otras enfermedades. Sin embargo, a través de los análisis de sangre se puede detectar anticuerpos específicos contra al virus.
La infección puede causar una enfermedad grave o mortal; la mortalidad de los casos graves no tratados puede llegar al 50%. La infección puede cursar en una o dos fases. La primera, aguda, suele causar fiebre, mialgias con dolor de espalda intenso, cefaleas, escalofríos, pérdida de apetito y náuseas o vómitos. Posteriormente, la mayoría de los pacientes mejoran y los síntomas desaparecen en 3 o 4 días.
Sin embargo, el 15% de los pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase más tóxica. Vuelve la fiebre elevada y se ven afectados diferentes sistemas orgánicos. El paciente se vuelve ictérico rápidamente y se queja de dolor abdominal con vómitos. Puede haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas, con sangre en los vómitos o las heces. La función renal se deteriora. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de 10 a 14 días, y los demás se recuperan sin lesiones orgánicas importantes.
No hay tratamiento curativo para la fiebre amarilla pero sí paliativo que consiste en controlar los síntomas para lograr el bienestar del paciente. Por lo tanto, la vacunación es la medida preventiva más importante. La vacuna es segura, accesible, muy eficaz, y se estima que confiere protección a largo plazo. Además, ofrece una inmunidad efectiva en el plazo de un semana en el 95% de las personas vacunadas.
La vacuna contra la fiebre amarilla es la única que desde 1988, según la OMS , se le puede exigir al viajero. Los viajeros deben vacunarse por lo menos 10 días antes de su llegada a la zona de riesgo y se requiere presentar un certificado internacional de vacunación. Además, en aquellos países que no son zona de transmisión activa, es obligatorio presentar el certificado para evitar la introducción de la enfermedad.
El riesgo de muerte por fiebre amarilla es muy superior a los riesgos relacionados con la vacunación. Sin embargo, hay determinadas personas que no deben vacunarse como:
· los menores de 9 meses en el caso de la inmunización sistemática (o de 6 meses durante las epidemias);
· las embarazadas, excepto durante los brotes de fiebre amarilla, cuando el riesgo de infección es alto;
· las personas con alergia grave a las proteínas del huevo,
· las personas con trastornos del timo o inmunodeficiencias graves debidas a infección sintomática por VIH/SIDA u otras causas. y
· Mayores de 60 años.
En las zonas de alto riesgo con baja cobertura vacunal es fundamental que los brotes se identifiquen y controlen rápidamente mediante la inmunización. Para prevenir los brotes en las regiones afectadas, la cobertura vacunal debe ser como mínimo de un 60% a 80% de la población en riesgo. En la actualidad son pocos los países africanos que tienen este nivel de cobertura.
La vacunación preventiva puede realizarse mediante la inmunización sistemática en la infancia o campañas masivas únicas con el fin de aumentar la cobertura en los países en riesgo, y también mediante la vacunación de quienes viajen a zonas donde la enfermedad es endémica. La OMS recomienda vivamente la vacunación sistemática de los niños en las zonas de riesgo.
En Buenos Aires, la vacuna se administra gratuitamente en la Sanidad de Fronteras y Terminales de Transportes: Ingeniero Huergo 690, San Telmo, 4343-1190. El Ministerio de Salud de la Nación , a través de sus centros habilitados, entrega el certificado internacional l. Asimismo, en algunos centros y vacunatorios privados, también se entrega el certificado internacional.
Fuente: Doctor Mario Masana Wilson, ex presidente de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero.