opinión
¿Qué hace que un niño alcance su potencial?
A diario nos preguntamos cómo hacer para que una persona descubra su vocación, su motivación, se conecte con sus intereses y construya mundos posibles. La clave está en el juego.
Habitualmente se considera el tiempo de juego, recreación y deporte como algo secundario en la vida de cada niño y niña. Sin embargo, es la ocasión de jugar y disfrutar de actividades lúdico-recreativas lo que permite que un niño pueda desarrollarse integralmente. Claro que la alimentación, el entorno en el que crece, la educación, la vivienda y la salud, entre otros derechos básicos son centrales. Pero, si un niño no disfruta la posibilidad de jugar y descansar adecuadamente, difícilmente pueda desarrollar todo su potencial.
Crecer saludablemente incluye como componente esencial la posibilidad de descansar, esparcirse, jugar y realizar actividades recreativas acordes a la edad de cada uno.
Los momentos de juego generan alegría, desafíos y satisfacciones y al mismo tiempo promueven la creatividad y las habilidades de los niños. Además, jugar abre paso al relacionamiento con otros, adultos y pares, y favorece la generación de lazos. El juego es además una de las herramientas fundamentales a la hora de activar mecanismos de resolución de conflictos y de imaginar mundos diferentes. Si podemos jugarlo, podemos hacerlo.
Este 28 de mayo, se celebra el Día Internacional del Juego. Este día, aunque poco recordado, es central en el ejercicio de los derechos de los niños. El 28 de mayo recuerda que cada niño debe tener la oportunidad de ser precisamente niño y estar resguardado de las actividades que marcan la vida adulta. El trabajo, la rutina ajustada, las preocupaciones económicas, entre otros, son parte del mundo adulto.
En la vida adulta, el esparcimiento y juego también son importantes. Sin embargo la rutina y las múltiples responsabilidades hacen que tome un segundo plano. Se le resta importancia y se le dedica muy poco tiempo. Muchas veces esta idea de “pérdida de tiempo” es traducida en el mundo de los niños y se ejerce así una vulneración, que incluso pasa inadvertida. La situación es aún más grave cuando se observan otras razones por las cuales los niños se ven impedidos de ejercer este derecho, por ejemplo estar forzados a ingresar al mundo laboral a temprana edad.
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La posibilidad de ser niños nos convierte en grandes adultos. Jugar es vital en el desarrollo integral de cada niño, contribuye a generar confianza, pertenencia y a definir su personalidad. Cuando el juego es acompañado por las familias, se fortalecen además los vínculos y posibilidades de resolver conflictos al interior de las mismas.
El mejor regalo para un niño es contar con la posibilidad y el tiempo para jugar. Como adultos podemos garantizarlo.
Por la Lic. Alejandra Perinetti, Directora Nacional de Aldeas Infantiles SOS Argentina