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Entre 2003 y 2014, el impacto de los desastres naturales en el sector agrícola de América Latina provocó pérdidas de más de 34.000 millones de dólares, afectando a 67 millones de personas, según datos de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Para cambiar esta tendencia, altos representantes de los países de la región debatieron hoy en Asunción sobre cómo incrementar la resiliencia y los medios de vida del campo frente a las crisis y desastres con el objetivo de erradicar el hambre.
En el marco de la Reunión Ministerial para la Implementación del Marco de Sendai en las Américas, que se celebra desde ayer en la capital paraguaya, los altos funcionarios delinearon las bases para una estrategia regional de gestión de riesgos de desastre en el sector agrícola, como parte del Plan de Seguridad Alimentaria de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El director de Gestión de Riesgos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de Guatemala, Rudy Vásquez Villatoro, participante en el evento, explicó en entrevista con Radio ONU, algunas de las medidas para reducir los riesgos en ese rubro.
“Haciendo infraestructuras productivas: riego, centros de acopio, centros de transformación primaria que permitan, por un lado, agregarle valor a la producción, y por otro lado, ofrecer más empleos. Entonces, no sólo el productor se emplea, sino que se emplea quien hace el empaque, quien hace el traslado o los fletes, el transporte, etcétera”.
Los participantes en la discusiones coincidieron en que este tipo de inversiones en la agricultura, que incluirían los sistemas de alerta temprana, ayudarían a lograr sistemas productivos más resilientes y eficientes porque permitirían soportar el embate de los fenómenos naturales y sociales que pueden afectar la disponibilidad de alimentos.
Además, subrayaron la importancia de reforzar las instituciones agrícolas, diversificar los medios de vida y capacitarse para responder cuando los desastres lleguen a ocurrir.
Según la FAO, los desastres vinculados al clima, cuyo impacto y frecuencia son exacerbados por el cambio climático, son los que más afectan a la región, totalizando un 70% de las emergencias. Naciones Unidas