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"La paz es siempre posible- Religiones y culturas en diálogo", es el título del XXVIII Encuentro Internacional por la Paz, promovido por la Comunidad de San Egidio y que esta vez, veinte años después del final de la guerra en los Balcanes, se desarrolla en Tirana (Albania) del 6 al 8 de septiembre. Los Encuentros siguen el surco trazado por san Juan Pablo II con el primero de ellos que tuvo lugar en 1986 en Asís (Italia).
Reproducimos a continuación amplios extractos del mensaje que el Santo Padre ha enviado a sus participantes y que está fechado el 29 de agosto de 2015, memoria del martirio de San Juan Bautista.
"Mientras cambian los escenarios de la historia y los pueblos están llamados a hacer frente a transformaciones profundas y, a veces dramáticas, se advierte cada vez más la necesidad de que los seguidores de diferentes religiones se encuentren, dialoguen, caminen juntos y colaboren por la paz, en el "espíritu de Asís" que hace referencia al testimonio luminoso de San Francisco".
"Este año habéis elegido Tirana, capital de un país que se ha convertido en un símbolo de la coexistencia pacífica entre las diferentes religiones, después de una larga historia de sufrimiento... Quise elegir Albania como el primer país europeo que visitar, precisamente para alentar el camino de la convivencia pacífica después de las trágicas persecuciones que sufrieron los creyentes albaneses en el siglo pasado. La larga lista de mártires todavía habla de ese período oscuro, pero también del poder de la fe que no se deja doblegar por la prepotencia del mal. En ningún otro país del mundo ha sido tan fuerte la decisión de excluir a Dios de la vida de un pueblo; incluso un signo religioso era suficiente para ser castigado con la prisión, cuando no con la muerte. Este triste primado ha marcado profundamente al pueblo albanés, hasta el momento de la libertad recuperada cuando los miembros de las diversas comunidades religiosas, probadas por los sufrimientos comunes, se volvieron a encontrar para vivir juntos en paz".
"Y debido a que tiene su fundamento en Dios, "la paz es siempre posible", como el título de vuestro encuentro de este año. Y es necesario reafirmar esta verdad especialmente hoy, cuando en algunas partes del mundo parecen prevalecer la violencia, la persecución y los abusos contra la libertad religiosa, junto con la resignación ante los conflictos que se arrastran. ¡Nunca debemos resignarnos a la guerra! Y no podemos permanecer indiferentes frente aquellos que sufren a causa de la guerra y la violencia. Por eso he elegido como tema de la próxima Jornada Mundial de la Paz: "Vence la indiferencia y conquista la paz." Pero la violencia es también construir muros y barreras para bloquear a los que buscan un lugar de paz. Violencia es rechazar a los que huyen de condiciones inhumanas esperando un futuro mejor. Violencia es descartar a los niños y ancianos de la sociedad y de la vida misma Violencia es ensanchar la brecha entre los que desperdician lo superfluo y los que carecen de lo necesario!"
"En este mundo, la fe en Dios nos hace creer y nos hace exclamar en voz alta que la paz es posible. La fe nos mueve a confiar en Dios y no resignarnos a la obra del mal. Como creyentes estamos llamados a redescubrir la vocación universal a la paz depositada en el corazón de nuestras diversas tradiciones religiosas, y a presentarla con valentía a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Y reitero cuanto afirmé a ese propósito siempre en Tirana hablando con los líderes religiosos: "La verdadera religión es fuente de paz y no de violencia! Nadie puede usar el nombre de Dios para cometer actos de violencia! Matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio! Discriminar en el nombre de Dios es inhumano".